Tal vez no fue casual que la “Línea Dorada” del Metro haya reabierto parcialmente el 28 de octubre; tal vez –sólo tal vez– el Jefe del GDF decidió encomendarse a San Judas Tadeo, patrono de las causas imposibles para garantizar que el Sistema de Transporte Colectivo no caiga en un “bache”. ¿Otro?
Miguel Ángel Mancera quedó corto; la Línea 12 no terminará de salir del “hoyo”, ni aun con la reparación completa. Tras 19 meses completitos, el tramo estropeado apenas reabrió a medias; 450 mil usuarios afectados desde el 11 de marzo del año pasado deberán esperar otros días más para recibir el servicio completo.
Pero los saldos del quebranto no quedan en días perdidos y en pesos y centavos; se han aplicado casi cien sanciones administrativas, tres ex funcionarios han sido detenidos, un director perdió su chamba, un ex Jefe de Gobierno en la agonía política, y contando.
Aun así, no hay claridad en el gasto estrafalario de recursos para poner en marcha la obra que Marcelo Ebrard pretendió legar a la posteridad.
Siguen sin convencer quienes defienden el gasto de 23 mil millones de pesos en una obra mal hecha de principio, la adquisición de trenes inadecuados, rentados por 18 mil millones… y un largo rosario de otros pecados, más mortales que veniales.
El costo de reparación de la “Línea Bicentenario” –tasado originalmente en 500 millones de pesos– se multiplicó por lo menos tres veces; falta sumar el costo del operativo camionero para llevar y traer a los usuarios en desgracia, calculado en un millón de pesos diarios, durante 587 días.
Las cuentas pendientes podrían ascender a cualquier cantidad, imposible de medir con precisión. Sólo es posible saber que el desastre ha servido como botín político de quienes no pueden ver a Marcelo –y a su prole– ni en pintura.
El hombre que algún día fue nombrado el mejor alcalde del mundo, pretendió jugar de víctima para llevar agua a su molino; no le salió.
La “Línea Dorada” es la “Línea Oxidada”, un caso casi perdido, un trabajo mayor para San Judas Tadeo invocado también por miles y miles de afectados quienes siguen pagando los rieles rotos.
EL MONJE LOCO: México es territorio Ferrari; la afición por la leyenda roja lo demuestra. Irle a Ferrari es como irle a las Chivas o al América, toda proporción guardada, claro. Si la escudería roja corona la victoria en el Gran Premio del domingo, sería como si ganara uno de los nuestros; la cereza del pastel después de 23 años de hambre sin la Fórmula 1.