POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Que el cine, tal y como lo conocemos hasta nuestros días, sobreviva ante la invasión del streaming y las múltiples opciones en Internet es sin lugar a dudas una muy buena noticia.
Luego también hay otros factores de incidencia negativa directa como los relacionados con gravar e imponer el IVA a diversos sectores de ocio y de entretenimiento.
En España, por ejemplo, se grava con el 21% del IVA el precio de cada boleto para el cine, una forma de desincentivar precisamente que la gente acuda para disfrutar de la gran pantalla máxime si se trata de una familia de 4 miembros.
Una de las promesas para los Presupuestos de 2018, que todavía no se votan ni son aprobados en el país ibérico, descansa en una rebaja del IVA al cine para reajustarlo al 10 por ciento.
De acuerdo con la consultora Comscore Spain, en 2017 la afluencia al cine en España contó con 99.7 millones de entradas vendidas y recaudó 597 millones de euros. El año pasado la película más vista fue “La bella y la bestia” producción de Disney con los actores Emma Watson y Dan Stevens contó con la venia de 3.7 millones de espectadores.
En el caso del país azteca, el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) informó que en 2017 se vendieron 68 millones de boletos y en cuanto al mercado nacional la película “Hazlo como hombre” fue la más taquillera con 4 millones 339 mil 123 asistentes.
El buen cine siempre será una invitación agradable para desconectar un par de horas y zambullirse en la historia que transcurre ante la inquieta mirada del espectador.
Yo tengo mis favoritas: Cinema Paradiso, El Amante, Casa Blanca, la saga del Padrino, Novecento, La Sombra del Caudillo, El Paciente Inglés y el Resplandor. Generalmente me gusta la cinematografía de drama y relacionada también con acontecimientos históricos, así como el buen suspenso y los thrillers sicológicos.
Recientemente he visto tres filmes bastante recomendables: The Post, El Hilo Invisible con el magistral Daniel Day Lewis y La Forma del Agua, que considero la obra maestra del genial director mexicano Guillermo del Toro.
Al contrario de lo que se espera no versa sobre el clásico estereotipo símil de la bella y la bestia, ni el cuento hollywoodense tradicional de la princesita que encuentra a su príncipe y fueron felices y comieron perdices; ni mucho menos va del tópico del monstruo de la laguna.
Lo que hace de Del Toro es construir una historia descarnada de soledades (algo bastante real en nuestro diario vivir) bajo la complejidad de la sociedad de Estados Unidos en una época en la que el racismo y muchas otras fobias prevalecían para seguir levantando murallas de odio, rechazo e inquina.
Un mundo que tampoco ha cambiado mucho que digamos en los albores del siglo XXI, contradictoriamente, en la plenitud de la Sociedad de la Información, la tecnología y la comunicación, la soledad reina más que nunca. Cada uno vive encerrado, ensimismado y abstraído en su propia burbujita de aislamiento… cada vez cuesta más abrir un corazón fosilizado por la incredulidad, el desengaño y el dolor.
En la película del talentoso director mexicano reina una alegoría al amor real, el verdadero sentido de la felicidad en esa forma de arte de prodigarse hacia el otro sin esperar nada a cambio; porque el amor es espíritu, más que carne, es redención sublimada, un código de sentidos y sensaciones que dos enamorados construyen para sí mismos.
Esa forma de amor real a la que artistas le han escrito, cantado, pintado cuadros, notas de pasión eterna, el hilo rojo que los orientales desdibujan con sapiencia a fuerza de una predestinación: hay quienes se encuentran y quienes nunca lo hacen saltando de una relación a otra insatisfechos siempre por una razón u otra.
El personaje central bien podría ser un alebrije, un dios místico y misterioso capaz de reaccionar con el mismo sentido del trato que los seres humanos le confieren.
Pero más allá de los personajes centrales también son dignas de disfrutar la música, la ambientación, la recreación de cada actor y actriz, la época en la que se desarrolla; hubiese quedado magistral en blanco y negro pero sin lugar a dudas es un testimonio vital de la magia del cine. Titulada en inglés como The Shape of Water es candidata a 13 nominaciones a los Oscar, vale la pena ir a verla con los ojos del alma.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales