POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Los expertos dan cinco años más para que la sociedad en su conjunto resienta el golpetazo en seco de la penetración de la robótica y la inteligencia artificial en nuestro diario vivir.
La temida convivencia con las máquinas –fuera de las fábricas e industrias-, ya no será una realidad lejana porque su irrupción en los procesos productivos (acontecida desde tiempo atrás) en este siglo evolucionará hacia la introducción en la más simple esfera mundana.
A la catalogada Sociedad de la Información le tocará atestiguar y experimentar en sus carnes (para bien y para mal) cómo se trastocará todo lo hasta ahora conocido, lo cimentado por la modernidad y por el paradigma de tres revoluciones industriales anteriores.
Según la Federación Internacional de Robótica “entre 2010 y 2014, las ventas de robots aumentaron un 17% de media cada año. En 2014 las ventas registraron el mayor incremento anual observado hasta ahora, del 29 por ciento”.
Ahora bien, qué son: ¿robots o humanoides? Para el Parlamento Europeo son «personas electrónicas” y lo que pretende la máxima autoridad legislativa del club de la Unión Europea (UE) es sentar el precedente legal para deslindar responsabilidades ante terceros.
De hecho, el Europarlamento sugiere a los fabricantes de personas electrónicas que éstas contengan un botón de “desconexión,” ante la capacidad de tomar decisiones propias debe garantizarse al comprador que no está adquiriendo una amenaza potencial.
“El texto sugiere asimismo a la Comisión la creación de una agencia europea de robótica e inteligencia artificial para ofrecer información especializada y asesoramiento técnico y ético a las autoridades”.
Sí hay preocupación entre los gurús de la economía al respecto del impacto social, económico, productivo, financiero y educativo derivado de este nuevo paradigma; las interrogantes igualmente subyacen en términos cualitativos al respecto de la ética, la moral, la filosofía hasta los derivados de la relación afectiva y sexual con una persona electrónica.
A COLACIÓN
Será devastador y pondrá a prueba la capacidad de resiliencia del ser humano, la misma que lo ha testeado en cada guerra, inestabilidad civil, desequilibrio económico, crisis económica; el brutal acontecimiento que pone contra las cuerdas y entonces se convierte en un desafío para la supervivencia.
Si en la actualidad hay enardecidos gremios y colectivos de taxistas protestando frenéticamente por la competencia derivada de Uber, Cabify o Blablacar, con el coche autónomo funcionando a plenitud dentro de una década se espera que los costos por los desplazamientos caigan más de un 40 por ciento.
Pero no habrá chófer, ni sueldo ni seguridad social, el dueño del vehículo manipulado gracias a la inteligencia artificial sólo tendrá que pagar los impuestos y los seguros pertinentes.
En declaraciones para el periódico El Mundo, Mar Hershenson, fundadora del fondo de inversión Pear de Silicon Valley, situó el devenir histórico actual dentro del contexto en que la carreta tirada por caballos fue desplazada por el vehículo de motor de combustión.
Tenemos, por ende, que habrá un desplazamiento de oficios, gente que quedará sin su habitual forma de ganarse la vida; a cambio, Hershenson anticipa un mundo más seguro en la conducción con menores accidentes vehículos más capacitados para tomar decisiones para salvaguardar al usuario y también serán muchísimo menos contaminantes.
Y esto no será nada más en la movilidad. En San Francisco, California la empresa Momentum Machines perfecciona un súper robot capaz de hacer 400 hamburguesas por hora… serían necesarias varias decenas de mano de obra humana para igualar la producción por tiempo.
Lo que pretendo señalar y llevar a la reflexión es que tanto la Tercera como ésta que deduzco es la Cuarta Revolución Industrial, de la que el Banco Mundial nos advierte azuzándonos a esperar lo inesperado, están anidándose en el sector terciario de la producción. El significado es que cada avance en la robotización y mecanización productiva implicará la desaparición de numerosos puestos de trabajo.
Un robot contestará el teléfono, otro nos dará la bienvenida y la llave en un hotel, habrá quien deje de pagar taxis porque contratará vehículos sin chófer; la digitalización borrará además servicios tangibles para volverlos virtuales. Nos aguarda la extinción de puestos laborales y una fuerte presión socioeconómica; ni las empresas ni los gobiernos están haciendo algo para anticiparse me refiero a flexibilizar y readecuar los contratos o las leyes laborales.
Economista y escritora experta en periodismo económico y análisis internacional