Andares Políticos
Benjamín Torres Uballe
A Carlos Salinas de Gortari, ex presidente de México, la opinión pública lo ha culpado de casi todo. Tanto que se convirtió en el villano favorito de la población. Por cierto, un título arrebatado con todos los merecimientos por Javier Duarte de Ochoa, ejemplo del nuevo PRI, según lo presumió de forma vehemente el presidente Enrique Peña Nieto, otrora su correligionario.
Incluso, Salinas de Gortari puede ser acusado de lo que sea, excepto de tonto. Es un hombre astuto —sagaz, diría mi amigo Castruita—, preparado y firme en sus decisiones. Si aterrizamos estos “atributos” en materia política, Salinas está muy por encima de los Duarte, de Roberto Borge y de Tomás Yarrington, -por mencionar casos recientes-, cuyas acciones delincuenciales para saquear las arcas públicas fueron tan burdas y torpes que hoy a unos los tiene en la cárcel y a otros prófugos.
Por todo ello, no debe sorprender que el mes pasado, en una conferencia durante el foro organizado por la Conferencia Latinoamericana de Estudiantes de la Harvard Kennedy School, en Massachusetts, el poderoso político que gobernó México de diciembre de 1988 a noviembre de 1994 afirmara que nuestra nación padece el problema de las tres “íes”: inseguridad, injusticia e insuficiente crecimiento económico. Vaya que le asiste la razón al distinguido priista.
No obstante, don Carlos Salinas olvidó —desconocemos si involuntaria o intencionalmente—muchas letras del alfabeto para detallar el abanico de calamidades que azotan cotidianamente al país.
La letra “A” de abuso pudo ser incluida en el diagnóstico. Es una práctica cotidiana de la clase política en su conjunto. No hay excepciones. Basta recordar a David Korenfeld, de la Conagua, y al secretario de Gobierno de Oaxaca, Alejandro Avilés Álvarez, ambos “renunciados” por el uso de helicópteros oficiales para usos personales y familiares. También el mismísimo presidente del PRI nacional, Enrique Ochoa Reza, quien se “despachó” con una liquidación millonaria cuando renunció a la CFE para irse al Revolucionario Institucional.
Desde luego que omitió la letra “C” de corrupción. Resulta imprescindible incorporarla al catálogo de pesadillas dantescas recetadas por los políticos, pues es su principal afición. Si no, sólo hay que preguntarle a Salinas qué opina del saqueo llevado a cabo por varios de los canteranos de su partido mencionados líneas arriba, y que simplemente sacaron a los ladrones que llevan dentro.
Mas no podemos obviar la letra “D” de demagogia. Una vergonzante y ancestral “técnica” usada por cuanto político manipulador y mentiroso se le pegue la gana. En la actualidad, nos dan una dosis a intervalos muy frecuentes, los candidatos al Gobierno del Estado de México: Delfina Gómez (Morena), Josefina Vázquez Mota (PAN), Alfredo del Mazo (PRI) Juan Zepeda (PRD) y Óscar González (PT). Sus propuestas carecen de viabilidad, son meras y groseras utopías.
Y está ausente en la evaluación de quien impulsó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en México la letra “S” de saqueo, hobby político de todo funcionario que llega al poder con el único fin de llenarse los bolsillos con recursos del erario. Aquí, en aras de ser imparcial, es necesario destacar que el deporte del saqueo lo llevan a cabo políticos emanados de todos los partidos, no hay excepciones, como está demostrado a través de los años. Aun aquellos adalides que navegan con la bandera de la honestidad valiente, despiden un fuerte aroma a saqueo y corrupción. ¿Verdad, doña Eva Cadena, “profe” Bejarano, Gustavo Ponce y Carlos Ímaz?
Faltan muchas letras para integrarlas a la exigua lista de Carlos Salinas de Gortari, como la “M” de moches, a lo que son tan proclives en el PAN. También la “N” de nepotismo, que satura de juniors el Congreso y las dependencias oficiales. Sin duda, la lista puede alargarse hasta hacer uso de todas las letras de nuestro vasto alfabeto. Los delitos e inmoralidades no caben en las tres “íes”. Pero todos los políticos sí, en el mismo costal, aunque algunos “inmaculados” lo nieguen.
Enrique Ochoa Reza y el caso Tarek Abdalá
Enrique Ochoa Reza, dirigente nacional del PRI, afirma: “Somos el partido político que ha sabido transformarse oportunamente para enfrentar con éxito los más importantes retos nacionales. Lo haremos de nueva cuenta”. Una mentira absoluta, el Revolucionario Institucional para nada se ha transformado, el dizque nuevo PRI sigue con las mismas “mañas” de siempre, están a la vista.
Está lleno de corrupción en su alta militancia. ¿Será que Ochoa Reza no se entera de las noticias? ¿Dónde exactamente está la transformación? Con cuatro ex gobernadores surgidos del PRI detenidos por delinquir (Javier Duarte, Tomás Yarrington, Andrés Granier y Mario Villanueva), uno más prófugo (César Duarte) y otros con denuncias penales (Roberto Borge y Eugenio Hernández), más el fiscal de Nayarit apresado en Estados Unidos por nexos con el narcotráfico, hacen increíble el embuste de Ochoa Reza que carece de autoridad moral luego de la injustificada liquidación que recibió cuando renunció a la CFE para brincar al PRI.
Más aun, con qué cara puede el amigo del presidente Peña Nieto hablar de cambio si en la Cámara de Diputados escondieron al diputado suplente por Chihuahua, Antonio Enrique Tarín García, prófugo de la justicia de aquel estado, hasta que obtuvo un amparo. O de la descarada protección al también diputado federal priista Tarek Abdalá, ex tesorero de Javier Duarte, para evitar el desafuero, pues está acusado del desvío de 23 mil millones de pesos. ¡Ah, qué nuevo PRI!
@BTU15