“Ya después de que estoy aquí, no, no creo”, dijo Canó en exclusiva para Séptima Entrada cuando se le preguntó si se vería jugando en otro lugar durante este y los próximos veranos. “Ya de aquí es para mí casa. En una liga de verano, yo creo que para mí sería ir a la casa”.
Robinson ha respondido en todas las entrevistas con la misma clase que no sabe exactamente cuándo llegará el momento de decir adiós a los diamantes, aunque recientemente firmó un contrato de dos años con las Estrellas Orientales de su natal San Pedro de Macorís en República Dominicana, asegurando su permanencia hasta la Temporada 2026-27.
“Muchos jugadores se llevan de la gente ‘ya retírate, tú no eres el mismo’. Como me decían a mí ‘¿Para qué vas a México? Si ya has logrado todo, tienes dinero’. Es que no todo es dinero, yo amo el juego, yo quiero jugar. Tengo ese deseo por dentro. Y mira, gracias a Dios cómo me ha ido, el trato que me han dado, el recibimiento. De verdad que no hay queja”.
Se siente como en casa
El trato ha sido fundamental para que Robinson se sienta como en casa en el Diamante de Fuego. La comunión que ha tenido con el vicepresidente ejecutivo, Santiago Harp Grañén; con el gerente deportivo, Jorge Del Valle; y los pequeños detalles de la organización hicieron incluso que el pasado receso invernal rechazara al menos una oferta del beisbol de Asia para permanecer con Diablos.
“Diablos no son solamente una organización, es una familia. Y no solamente conmigo porque ‘Robinson Canó es un jugador que estuvo en un alto nivel’ sino que el buen trato es con todos. Santiago entra al vestidor y saluda a todo mundo, tú puedes hablar con él. He jugado en equipos que a los dueños casi no los ves, pero él va, comparte con el jugador y eso es de admirar”, agregó Canó.
La cercanía de la oficina y la presidencia del equipo es solamente parte de una serie de “pequeños detalles” que convencieron a Robinson Canó de estar en el lugar correcto, un abanico de acciones que incluso ha comparado con algunos rivales de otros equipos en laLiga Mexicanaque llegan a algo tan simple y profundo como la comida.
“Yo he escuchado a los muchachos decir ‘Quiero comprar algo de comer, pero ya todo estaba cerrado’. Y luego con compañeros de otras organizaciones que no les dan nada de eso”, compartió Canó. “Nosotros vamos a las giras y tenemos las tres comidas. Nos hacen más fácil la vida al jugador y son los pequeños detalles que te dan la tranquilidad y el enfoque solamente en el juego”.
Con el mínimo de distracciones en la mente, Robbie se puso en marcha y firmó una espectacular temporada en la que fue nombrado el Jugador Más Valioso; tuvo una racha de 30 juegos bateando de hit en forma consecutiva.
Todavía con 41 años en ese momento, la gran racha le ayudó a firmar un promedio de .431 para quedarse con el primer título de bateo para un pelotero de los Diablos después de 21 años y con el promedio más alto en la historia de los Diablos Rojos a lo largo de sus 85 años de historia, superando a un histórico de la organización como Ty Gainey (.411, 1995).
De hecho, se convirtió en el tercer campeón de bateo en la historia de la liga con 40 o más años.
A punto de iniciar su segunda temporada con el equipo que piensa pasar el resto de sus días en el verano, Canó sabe lo complicado que es armar un roster que pueda ganar un nuevo campeonato, sin embargo, su único deseo es ganar.
“Que se repita. De verdad me gustaría que pudiéramos conseguir un bicampeonato. El que gana es el que goza”, sentenció.
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