El mayor “talón de Aquiles” de Teuchitlán para la Presidencia de Claudia Sheinbaum es el fiscal Alejandro Gertz, y la probada ineficacia de las fiscalías general y estatales. El riesgo que representa es que la verdad y justicia se pierdan en los laberintos de una investigación que la persiga todo el sexenio como sucedió con otras desapariciones, como Ayotzinapa.
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La investigación de denuncias de colectivos de desaparecidos del rancho Izaguirre, como centro de adiestramiento y exterminio del narco, no puede recortarse a un caso particular y local como se pretende. Gertz prepara el terreno para construir un caso que salpique lo menos al gobierno federal y responsabilizar del fracaso a autoridades de Jalisco. Una estrategia que siguió Peña Nieto con Ayotzinapa y, al contrario, pasó de una crisis “municipal” a una de “Estado” con alta visibilidad internacional, y que ni la detención de funcionarios municipales y estatales evitó alcanzar dimensión nacional.
El manejo del caso como un espectáculo del horror conmociona dentro y fuera del país por la publicitación de prendas y decenas de zapatos que hablarían de desaparecidos, aunque no tanto por los hallazgos y evidencias encontradas en el rancho. Porque la cuestión es que no se puede aislar del circuito de campos de adiestramiento del CJNG, donde reclutan a jóvenes para convertirlos en sicarios desde hace una década ni separarse del contexto de crisis de desapariciones que ninguno de los últimos gobiernos ha resuelto, y ni siquiera investigar redes de enganche y donde los desaparecen.
Teuchitlán exhibe otra vez la urgencia de reformar las fiscalías, como debió hacer Gertz en el tránsito de la PGR a la FGR autónoma desde 2019, y en cambio se convirtió en obstáculo para su transformación. La omisión y negligencia en las investigaciones sobre desapariciones desde Ayotzinapa, las fosas de Tlajomulco o San Fernando son falencias sistémicas, y ahora relegadas por la reforma al Poder Judicial.
El tour de la FGR con la de Jalisco para abrir las puertas del rancho a periodistas y grupos de madres buscadoras pinta la impunidad de cuerpo entero; sólo encontraron una investigación comprometida por la manipulación deliberada de la escena criminal y evaporación de pruebas que desacreditan la investigación. ¿Qué pretende Gertz con la visita tras acusar graves negligencias y complicidades de las autoridades de Jalisco por dejar pasar seis meses sin indagar un centro bajo su resguardo? ¿Por qué sólo señala a la fiscalía local cuando la primera en entrar fue la Guardia Nacional? ¿Visitar el rancho significa saber qué pasó, como congratula Sheinbaum?
Las preguntas apuntan en sentido contrario al compromiso de investigar a fondo sin armar oscuras “verdades históricas”, que hizo públicamente la Presidenta y asegura haber pedido a la FGR. Sin embargo, las respuestas que se configuran de la actuación del fiscal van en dirección opuesta al esclarecimiento del caso y para conocer el destino de los desaparecidos en los circuitos de la leva de los cárteles que desde hace tiempo denuncian los colectivos civiles.
De la posición de Sheinbaum y Gertz sobre el caso lo menos que puede decirse es que contrasta con el discurso y la actuación. La Presidenta ha tratado de desmarcarse tanto de la estrategia de Peña Nieto como la de López Obrador sobre la desaparición con un rápido reconocimiento de la crisis y el anuncio de medidas para afrontarla; evitó repetir el error de su antecesor de invisibilizar el problema, a la vez de que, de inmediato, también pidió atraer el caso por existir delitos federales, aunque aún no se materializa.
Mientras que su fiscal parece empeñado en enturbiar el proceso con cargo a irregularidades de la fiscalía local antes de que la investigación llegue a sus manos, quizá creyendo que la “tormenta” será transitoria mientras duren los reflectores, y sin confianza de las víctimas que acusan la pretensión de “taparlo” y desprecio hacia los desaparecidos.
Sheinbaum ha dicho que Teuchitlán no será su “talón de Aquiles”, a pesar del riesgo para su credibilidad si la investigación fracasa, y Gertz también descarta otro Ayotzinapa, afirmando que “va en serio”, aunque no parece querer hacerse cargo del caso o recibirlo tan manoseado que imposibilite evitar la impunidad. El punto de mayor debilidad de Sheinbaum es su fiscal, que puede arrastrarla estando de acuerdo o no con su estrategia.