Irlanda, Inglaterra, Gales y algunas partes de España añaden actualmente flúor al agua, según investigadores de la Dublin City University. Alrededor del 10% de la población de Inglaterra tiene acceso a agua «óptimamente» fluorada, frente al 11% de España y el 73% de Irlanda, según la British Society Foundation en 2020.
A principios de este año, Inglaterra se propuso impulsar su programa de fluoración para cubrir a más personas en el noreste del país, pero el plan no ha seguido adelante. Mientras tanto, varias localidades irlandesas han abandonado la práctica, y el Gobierno de Irlanda puso en marcha una revisión exhaustiva en 2014 para evaluar los posibles riesgos para la salud vinculados a la fluoración.
Publicó sus resultados más recientes a principios de este año, concluyendo que no hay pruebas definitivas para la gran mayoría de los problemas de salud, pero que se necesita más investigación sobre el impacto potencial en el sistema nervioso del cerebro y las afecciones relacionadas con las hormonas.
¿Por qué la mayoría de los países europeos no añaden flúor al agua?
Según los investigadores de la Universidad de Dublín, 11 países de la UE y el Reino Unido solían añadir flúor al agua, pero han dejado de hacerlo: la República Checa, Finlandia, Alemania, Hungría, Irlanda del Norte, los Países Bajos, Polonia, Rumanía, Escocia, Eslovaquia y Suecia.
Otros 14 países nunca adoptaron esta práctica, entre ellos Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Dinamarca, Eslovenia, Estonia, Francia, Grecia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo y Noruega.
Los responsables políticos dieron una serie de razones por las que no fluoran el agua, como la posibilidad de que la gente obtenga flúor de pastillas, pasta de dientes o fuentes naturales; pruebas obsoletas de que la fluoración ayuda con las caries dentales; cuestiones sobre los derechos individuales y la «medicación masiva»; y obstáculos logísticos para implantar un programa de flúor.
Según los investigadores, unos pocos también manifestaron su preocupación por la seguridad pública, pero no citaron ningún riesgo real para la salud relacionado con la fluoración. «No hay pruebas de que ningún país de la UE haya dejado de añadir flúor porque se haya demostrado que es perjudicial», concluyen.
¿Siguen debatiendo los países europeos sobre el flúor?
En realidad no, y menos los holandeses, según Roberta Hofman, científica del Instituto de Investigación del Agua KWR de los Países Bajos. Los Países Bajos empezaron a añadir flúor a parte del agua potable como experimento en 1953, hasta llegar a unos 2,5 millones de personas a finales de los años sesenta.
Sin embargo, en 1973, el Tribunal Supremo holandés dictaminó que no existía base legal para la fluoración y que los responsables políticos tendrían que aprobar una nueva ley para añadir flúor, sin pronunciarse sobre si es bueno o malo para la salud de las personas.
El debate no se ha reavivado de forma significativa desde entonces, dijo Hofman a ‘Euronews Health’. «La gente empezó a decir: ‘Bueno, el Gobierno no debería darnos una medicina (cuando) no podemos elegir de dónde comprar el agua potable'», explicó. «En Holanda no queremos añadir productos químicos ni nada por el estilo al agua potable».
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