El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, aseguró que el crematorio clandestino en los límites de Iztapalapa y Tláhuac fue un “montaje frustrado”, ya que se comprobó que en ese lugar no hay ninguna fosa clandestina y que los restos hallados no son de personas sino de perros.
Según Batres, se quería lucrar políticamente “con el dolor humano y con una causa justa”, ya que las investigaciones descartaron que dicho paraje funcionara o fuera una fosa clandestina de restos humanos.
El jefe de Gobierno capitalino dijo que los esfuerzos de las autoridades se centraron primero en hallar a las personas cuyas credenciales, una del INE y una escolar, fueron localizadas en el crematorio clandestino.