Sobre la marcha
No es que sea lo mismo alinear a veinticinco diputados locales y echar abajo la intención morenista de ratificar a Ernestina Godoy como Fiscal de la ciudad capital de todos los mexicanos, que operar electoralmente un concierto opositor para arrebatar la cuna del lopezobradorismo a Claudia Sheinbaum y hacer que Santiago Taboada derrote a Clara Brugada el próximo 2 de junio.
Pero algo avisa lo sucedido ayer en el Congreso de la Ciudad de México. “Tiene más el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece”, reza la conseja popular; lo mismo aplica cuando de detentar el poder se trata.
Claudia Sheinbaum goza de cabal salud demoscópica, es decir, sigue bien y adelante en todas las encuestas rumbo a la presidencial de este año. Ernestina Godoy y la precandidata de Morena a la presidencia perdieron ayer, sí o sí.
Sin embargo, si la jefa se convierte en presidenta de México, a la todavía Fiscal capitalina le depara un futuro político envidiable. El que sea.
En apariencia, la doctora Sheinbaum lleva dos ponches al hilo, no proclamar candidato a sucederla a Omar García Harfuch, el primero; y la ratificación de Godoy, el segundo.
Pero su momento e inercia es tal que ambos personajes “perdedores” serán tan “ganadores” como a ella convenga. Y venga en gana. El primero está cantado para ser secretario de seguridad y participación ciudadana el próximo sexenio. La segunda, incluso para ir a la Fiscalía General de la República si los ánimos se desbordan.
Que PRI, PAN y PRD hayan descarrilado a la aplanadora morena en el congreso chilango es obra política que anima a los operadores locales a imaginar: vencer en casa al partido en el poder sí es posible.
Complicado, sin duda. Caro, a cuál más. Pero si el reduccionismo estratégico les indica que la silla grande está fuera de alcance, ¿qué les impediría no avocarse a ganar la plataforma estrella para el 2030?
La no ratificación de Ernestina Godoy debe alertar al equipo y operadores de Clara Brugada.
Ganar una sesión extraordinaria que requería dos terceras partes del quorum, y no la mitad más uno, como en democrática elección, es una cosa. Movilizar a millones de electores el día de la jornada comicial es otra.
Por igual, convertir al sambenito del cártel inmobiliario, en una narrativa suficiente para ignorar la creciente idea de la selectiva impunidad transformadora no son tamalitos de chipilín.
Justamente, fue el registro de emblemáticos casos mal atendidos, el desplome de la Línea 12 del metro, las inocentes tragadas por el drenaje al salir de un concierto sin siquiera un culpable de negligencia, la estadística machacona del retroceso de la inseguridad en la urbe en donde los asaltos a mano armada se asumen como parte de la vida chilanga para transeúntes, transporte público y automovilistas; crearon la energía social necesaria para derrotar, en lo político, esa propaganda partidista imperfecta. Mentirosa e insuficiente.