Estados Unidos pidió a México consultas formales bajo el acuerdo comercial T-MEC por su decisión de restringir importaciones de maíz transgénico y le acusa de no basarse en la ciencia para adoptar esa decisión.
En 2020 el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador prohibió producir o importar maíz genéticamente modificado para 2024. Ante las protestas de su vecino del Norte, hace unas semanas optó por permitirlo para la alimentación de animales y procesamiento en diversas industrias hasta que se encuentre un sustituto al grano.
Quedaría prohibido para consumo humano. Pero el país es autosuficiente en maíz blanco no transgénico, que constituye la base de la dieta de sus 126 millones de habitantes.
La concesión no satisface a Estados Unidos porque México es el segundo comprador mundial de maíz y el 95% procede del mercado estadounidense, cuya producción es, a su vez, 93% transgénica.
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La representante comercial estadounidense Katherine Tai anunció que «solicita consultas técnicas con el gobierno de México bajo el Capítulo de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF)» del acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (TMEC).
si el problema no se resuelve, Washington amenaza con considerar «todas las opciones, incluida la adopción de medidas formales», es decir recurrir a un panel de solución de controversias.
«Estados Unidos ha expresado reiteradamente sus serias preocupaciones por las políticas de biotecnología de México y la importancia de adoptar un enfoque basado en la ciencia que cumpla con sus compromisos del T-MEC», dijo Tai, citada en un comunicado.
«Las políticas de México amenazan con interrumpir miles de millones de dólares en el comercio agrícola y sofocarán la innovación que es necesaria para afrontar la crisis climática y los desafíos de seguridad alimentaria», añade.
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La Secretaría de Economía reaccionó en un comunicado insistiendo en que la solicitud «no es de carácter contencioso, sino una etapa previa en la cual se busca encontrar una solución de manera cooperativa».
México, que considera que los reparos de Washington carecen de fundamentos comerciales, tiene la intención de aprovechar el mecanismo de consultas «para demostrar con datos y con evidencia que no ha habido afectación comercial y que, por el contrario, el decreto es consistente con el propio Tratado».
El gobierno del presidente Joe Biden, cuya decisión llega precedida por meses de reuniones entre las autoridades de ambos países, espera que las consultas técnicas «sean productivas». Se trata de las primeras bajo el capítulo de medidas sanitarias.
México alega que quiere preservar la tortilla elaborada con maíz nativo, asegurando así la conservación de la biodiversidad de las más de 64 variedades de maíz que hay en el país, de las cuales 59 son endémicas, y promover una alimentación sin transgénicos.
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La producción de granos genéticamente modificados suele asociarse con el uso de agrotóxicos en los cultivos. Por eso se propone asimismo eliminar progresivamente el herbicida glifosato.
No es el único en guerra contra este plaguicida, uno de los más usados en el mundo. La Unión Europea (UE) quiere abandonar 24 sustancias «problemáticas» para la naturaleza y la salud humana, entre las que figura el glifosato, además del bisfenol A y algunos antibióticos.