Ni siquiera los más devotos seguidores de la Cuarta Transformación a quienes los reaccionarios, clasistas, racistas, aspiracionistas, conservadores y traidores a la patria llaman “paleros”, podrían estar satisfechos a estas alturas del servicio ofrecido por el aeropuerto Felipe Ángeles, cuya mejor descripción lo coloca como ampliación de la base aérea de Santa Lucía, estado de México.
Para aeródromo militar quedó muy grande y para aeropuerto civil, muy chico. Ahí no aterrizan ni las moscas, por más esfuerzos como hace su visionario constructor, quien –por cierto—estuvo circunvolando el valle de México procedente de Guadalajara.
Todos sabemos cómo un bache intempestivo (emergente, le llamaron los técnicos) se atravesó en una de las pistas del aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el presidente elogió la existencia del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el cual, como todos sabemos, ha logrado un impulso decisivo en la industria gastronómica mexicana, pues elevó las doraditas, tlayudas y tostadas a la categoría de alimento celestial.
Ante ese desperfecto en la pista, “el presidente comentó (SE) que hay una campaña en contra de su gobierno por parte de quienes no aceptan que se haya cancelado la construcción del aeropuerto en el lago de Texcoco.
“Al respecto, dijo que hay quienes quieren culpar a su gobierno de las demoras en el AICM:
«Sosteniendo de que lo que queríamos era de que la gente se fuese, o las líneas ya se fuesen al aeropuerto ‘Felipe Ángeles’, que los estábamos forzando, que incluso el personal del aeropuerto de la ciudad ya se había trasladado al aeropuerto ‘Felipe Ángeles’, muchas mentiras».
Pero mentiras o no hay una cosa cierta: el presidente no usa su aeropuerto. Si insiste en volar por líneas comerciales, debe acudir a dónde éstas operan. Y no van a su terminal castrense.
Antes teníamos un aeropuerto saturado, inconveniente, riesgoso y sin certificación internacional.
Hoy tenemos lo mismo, agravado por años de pésima administración (ya se lo entregaron a los militares, lo cual es untarle al queso) y las cosas siguen igual, pero con un agravante: el AIFA es un elefante blanco. O un mamut albino, si se prefiere. Hasta hoy no ha desquitado la inversión gigantesca de 104,531 millones de pesos en su construcción (Expansión).
Pero lo importante es el pasado, no el presente ni mucho menos el porvenir. Vea usted cómo se soluciona cualquier problema:
“(Exp).- “López Obrador comentó durante la conferencia de prensa matutina que al volar de regresó a la Ciudad de México, tras concluir su gira por Jalisco y Nayarit, el avión en el que viajaba tuvo que dar una vuelta más porque no pudo aterrizar.
«Y ya bajamos, pero antes dice el piloto, por el sonido: ‘Ofrecemos disculpas, pero nada más hay una pista en el aeropuerto de la Ciudad de México, está cerrada la otra pista porque nos informan que encontraron —textual, ¿eh?— un cráter’», relató.
«Sí me preocupó por lo del cráter, que una cosa pues es un bache, otra cosa un socavón, pero ya un cráter, ahora sí como dicen mis paisanos veracruzanos, ‘les zumba’», agregó”.
“El mandatario federal comentó además:
«Hubo ahí un fraude en la Terminal 2, tiene hundimientos, además de que el terreno no era el más adecuado, no es el más adecuado, y eso que está más cerca del peñón, del cerro; imagínense donde querían hacerlo, en el lago de Texcoco. Bueno, hacen la Terminal 2 y no tiene sostén y se hunde o está emergiendo la estructura, entonces tenemos que buscar la forma de apuntalarla con columnas, por cuestiones de seguridad», dijo”.
Pues las columnas se van a ver un poco extrañas a la mitad de las pistas, porque el problema del agujero, bache, socavón, cráter u hoyanco, ni guarda relación con el fraude neoliberal de la segunda terminal del AICM.
Rafael Cardona