Ucrania quema sus últimos cartuchos en la región de Lugansk. Las tropas ucranianas han recibido la orden de retirarse de Severodonetsk, mientras resisten como pueden en el último bastión que les queda en la región, la vecina ciudad de Lisichansk, cercada por las tropas rusas.
Severodonetsk ha quedado totalmente devastada tras un mes de durísimos combates.
El gobernador de la región, Serhiy Haidai, ha explicado en un vídeo que los soldados han recibido la orden de replegarse a nuevas posiciones, zonas fortificadas desde las que «llevar a cabo combates a gran escala e infligir pérdidas al enemigo», afirma.
Con su repliegue, las tropas ucranianas tratan de evitar quedar completamente rodeadas por los rusos, cuya artillería lleva meses machacando sus posiciones.
En los últimos días, rusos y prorrusos han tomado varias aldeas cercanas. Este viernes, las fuerzas prorrusas publicaron un vídeo en el que se les veía enarbolando su bandera y la de Rusia en Hirskee, al sur de Lisichansk. Afirman que 41 militares ucranianos se rindieron en este asentamiento.
Analistas estiman que el revés de Ucrania en Lugansk no supone en sí un punto de inflexión en el conflicto, pero favorece la propaganda rusa.
En Jersón, la primera ciudad que cayó en manos rusas, el jefe adjunto de la administración nombrada por Rusia, ha calificado de acción terrorista de Ucrania el atentado que se cobró la vida de un funcionario colaboracionista.
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