Las devastadoras inundaciones que viene registrando la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal, desde el lunes acumulan ya 340 víctimas mortales, con previsión de que la cifra aun aumente, mientras continúan las tareas de emergencia en la zona, que fue declarada en estado de desastre.
Las lluvias más intensas en más de 60 años han dejado un paisaje de destrucción, con puentes derrumbados, deslizamientos de tierra y carreteras sumergidas en torno a la ciudad portuaria de Durban, primera urbe de KZN, en el este. Las autoridades locales piden que se declare el estado de catástrofe natural.
Durante su visita, Ramaphosa se reunió con los familiares de los fallecidos. En Clermont, un suburbio pobre de Durban donde la Iglesia Metodista Unida quedó reducida a escombros, prometió ayuda gubernamental a un padre que perdió a sus cuatro hijos al derrumbarse una parte de su casa.
Las precipitaciones obligaron al puerto, el más importante del África subsahariana, a interrumpir sus operaciones, ya que la principal carretera de acceso sufrió graves daños. Los contenedores de transporte quedaron tirados en el suelo, convertidos en montañas de metal.
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Los países vecinos de Sudáfrica sufren este tipo de catástrofes naturales a causa de las tormentas tropicales casi todos los años, pero este país está protegido de las tormentas en el océano Índico.
Estas lluvias no eran tropicales, sino provocadas por un fenómeno meteorológico que trajo lluvia y frío a gran parte del país. Cuando las tormentas llegaron al clima más cálido y húmedo de la provincia de KZN, llovió aún más.
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