Los nominados en la categoría de mejor actor se encuentran Mario Delgado, Porfirio Muñoz Ledo, Yeidckol Polevnsky y 51 actores más. En la de mejor actor de reparto Citlali Hernández y 54 más.
El comité de entrega del premio revisa las películas en las que participan y el papel que representa cada uno. La noche de gala y el paseo por la alfombra roja para observar los atuendos y joyería de temporada que portarán los nominados e invitados especiales se antoja prometedora. Por supuesto que no es ironía ni sarcasmo; es lo que realmente está sucediendo al interior del partido en el poder.
Es verdaderamente humillante y ridículo para cualquier institución política seria, el show montado por los militantes de Morena, sabiendo de antemano donde serán elegidos los seleccionados en razón del hiper-presidencialismo y evidente concentración de poder que se vive. Aunque, por otra parte, nadie en su sano juicio puede afirmar que lo ocurrido en el PRI, PAN o PRD tuvo alguna dignidad. Sin embargo, la renovación de Morena establece un récord nunca antes visto, sus aspirantes han decidido representar públicamente cualquier papel con tal de llamar la atención y que el ridículo que están haciendo tenga recompensa (candidaturas en 2021), a corto o mediano plazo.
Este nuevo récord se establece porque desde el gobierno alientan y promueven un show el cual quien caracterice mayor lealtad y más disposición de arrastrarse ante el poder (literalmente), logrará más y mejores nominaciones.
Entre los nominados, a unos los han evidenciado por cobrar sueldos mayores a cien mil pesos mensuales, utilizar tarjetas de crédito platino, comidas de 4 mil pesos, adquirir camionetas de casi 1 mdp y contratar a decenas de operadores, incluyendo organizaciones latinoamericanas de seguridad social, para lanzar sus campañas; otro, que se separó de su cargo en el IMSS para utilizar un nuevo vestuario e iniciar una carrera de merolíco, sin lógica ni conocimiento; otro más, después de haber sido presidente del PRI hace alrededor de 40 años, luego del PRD y ahora pretende serlo en Morena.
Pero, más allá del espectáculo la pregunta sería es: ¿Para qué están compitiendo, si al final del día TODAS las candidaturas de una forma u otra serán decididas por AMLO?
La respuesta es clara. Porque Morena no es un partido, sino un cortometraje, cuyo género aún no se puede clasificar si es de terror, ciencia ficción, aventura o comedia. El montaje y la súper producción mediática, otra vez implementada y pagada por Jesús Ramírez, tiene un solo propósito. Intentar desviar la atención de la pandemia, la crisis económica, de seguridad y el cementerio en que se ha convertido México. Al mismo tiempo, esta puesta en escena está completamente ordenada al pensamiento más profundo de Andrés Manuel López Obrador, cuya alienación es perfectamente descrita por Giovanni Sartori, retirar al espectador de la realidad y sustituirla en el fondo por imágenes y pensamientos creados, sintéticos que produzcan dosis de placer.
Para eso coopta entre cinco y seis horas diarias la atención en sus mañaneras y la serie de conferencias de salud, programas sociales y demás. Repite términos probados antropológicamente como “conservadores”, “esperanza”, etc., y ahora, hasta lo que no le corresponde al gobierno directamente lo utiliza para su propósito. En realidad busca crear su propia película: la guerra de las clases sociales. O algo así, con un elenco de políticos que no son políticos, son actores performance, cuya ineptitud está plenamente acreditada.
Sin embargo no se ha dado cuenta que la gente se cansa. Porque seguramente en su repertorio no han incluido The Truman Show, ya que podrán tener al filo de la butaca a la audiencia un buen rato, pero tarde o temprano el televidente cambiará de canal y la vida continua.
Ganarán el Razzie a la peor película, o se lanzarán por el premio Oscar de la Academia.
Es pregunta.