Carlos Ferreyra
Cargando mi venerable edad, visité al médico en el Hospital ABC, donde se atienden, entre otros, Mario Delgado, líder morenista de los diputados.
No me alcanzó para Médica Sur, exclusivo para don Peje cuando no viaja a Houston donde además moran su hijo mayor y su nieto. Tampoco me alcanzó para importar a un médico cubano o excubano hoy avecindado en Florida, desde donde viene a revisarle el corazón a YSQ.
No quise acudir al INSABI porque quién sabe dónde está o como se accede a su servicio. Mucho menos al IMSS donde gastan y gastan en propaganda y anuncios de grandes avances médicos, pero es el sitio donde una consulta con especialista te puede demorar entre tres y seis meses. Tiempo suficiente para pasar al otro barrio.
Bueno, el doctor del ABC me mandó a una serie de exámenes que los sentí como el anticipo de una autopsia.
Disciplinado que soy, cumplí cada uno de los estudios ordenados. Todo para descubrir que tengo un hígado graso, o sea que estoy a punto de convertirme en un delicioso paté. Ya saben, de ese órgano se prepara esa delicia gourmet de elevado precio y gran gusto.
En todo caso no será el mío el que tenga el mayor éxito. ¿Saben? el paté tradicional, el más caro y buscado, se hace de ganso… y claro, ése está en Palacio y ni modo de competir. Así que desengrasaré mi hígado y esperaré mejor ocasión para comercializarlo. Cuando no haya gansos tan cercanos.
Como hemos apreciado, los morenistas no se caracterizan por su información o su discreción. Son, dice el dicho popular, como la carne de puerco, se cuelgan en cualquier gancho. La procuradora, hoy fiscala por obra y gracia de la Madre Matiana, esa bruja que concede todos los favores que le solicitan, doña Ernestina Jodoy, en un alarde de cultura y en televisión, dijo que con la Transformación de Cuarta se tuvo un giro de 365 grados.
Los incultos, los que nada sabemos de eso, al menos estamos enterados de que el círculo se hace con un giro de 360 grados, o sea que la T4 se pasó pero no sabemos si para bien o para mal.
La fiscala no está sola en sus gansadas; la Tía Tati, esa adorable sinaloense de pelo rojo como de Sansores o Gálvez, por dos ocasiones ha promovido a una actriz que se dedica a la pornografía. Las dos oportunidades, la Tati ha exaltado el ejemplo ante el mundo de la dama.
A la segunda aclaración la morenista rectificó, pero muy al estilo de la casa, justificando no recuerdo cómo su activismo en favor de las tareas mundanas de la señora de nula virtud que, por cierto, ya protestó por el uso indebido de su oficio en las redes mexicanas.
Y bueno, pasemos a la parte amable de este texto. Nuestro amigo de muchas décadas atrás, conocido en el hampa periodística a la que pertenecemos, como Yeyo Torres Barrón, apellidos de prosapia en Nayarit, prepara su novela autobiográfica. Para ello se ha acercado a la noble europea de apellido Ponyatowska.
El título de la obra magna de Yeyo, será “Nobleza Criolla o cómo logré el título”. Es la historia de su acercamiento a Elenita, como le dicen su bienquerientes, que todavía los tiene; publicamos la foto del coloquio que dio paso a una historia de amor, segundo apellido de la princesa.
Hubo, ocasionado por la fotografía, quien pensó que se trataba de un acoso del varón, pero no, se trató del emocionante instante en que Yeyo hacía la declaración correspondiente.
La que lo elevará a la cima del Monte Olimpo, a la gloria de los apellidos nobles por herencia, que nunca por mérito propio.
Debemos esperar la aparición de este indudable ejemplo de literatura contemporánea. Y de historia actual… felicidades a ambos.