Gracias por asomarse a la ventana…
El episodio inédito de la renuncia del ministro Eduardo Medina Mora viene a demostrar que el poder Judicial está para hacerle los mandados al poder Ejecutivo.
Desde la reforma zedillista de 1994, la Suprema Corte es un tema de cuotas y cuates, no un contrapeso robusto que haga valer la Constitución y no un tribunal comparsa, vulnerable a las presiones y humores presidenciales autoritarios.
Trasciende que el polémico ministro Medina Mora habría recibido un siniestro mensaje de la élite mandante para renunciar por las buenas, sin escándalos, o los procesos abiertos en su contra, por la Unidad de Inteligencia Financiera, de Hacienda, y la Fiscalía General de la República, lo llevarían a prisión.
Eduardo Medina Mora deja huella como espía, policía, transa, encubridor y diplomático al vapor, y esconde varios esqueletos en el closet.
Por eso Medina Mora no la piensa mucho; sabe que su destino quedó sellado al arribo de López Obrador, su acérrimo adversario, lo cual no es un secreto. Por eso no explicará ante el Senado la causa grave detrás de su dimisión.
¿Ya para qué?
El Senado aprobará la terna enviada por el presidente para ocupar la vacante; tal vez una mujer a modo y medida; con trayectoria reconocida, pero sobre todo con lealtad a prueba de balas.
Sirve tener poder para poder tener…