No se habla de otra cosa.
Todo paso de repente en las calles de Culiacán; sicarios muy bien armados, en misión suicida, lograron rendir a la fuerza federal que, por orden superior, dejo ir con vida a un hijo de “El Chapo”.
¿Entre la lluvia de balas no había más que hacer?
Esta es la primera vez que el gobierno cede públicamente.
La que no cederá es la gente después de seis horas de terror entre disparos y gritos, sitiada por caravanas de sicarios que dejaron cadáveres tirados en la calle, que nadie se atrevía a levantar doce horas después.
Tampoco cederán los militares humillados, preocupados por sus familiares amenazados, a quienes se les apareció el diablo en el infierno de Culiacán.
La condena al desastroso operativo para capturar al hijo de “El Chapo”, reclamado por la justicia estadunidense, es unánime.
¡Fuchi!, ¡guácala!
EL MONJE TERNURITA: los diputados preparan banquillos para sentar a los secretarios de Seguridad y Protección Ciudadana y de la Defensa Nacional… y a medio camino entre la recomendación y la amenaza, el hijo de “El Chapo” habría aleccionado en redes (imposible saber si es cierto): “No se tiren pedos más grandes que su culo”.