Cultura

Una mirada a la escena del cine de animación en México

Publicado por
Aletia Molina

«Mi propósito actual en la vida es la continuidad, no de mi obra sino de todo. ¿Qué sigue? Eso me planteo y en eso encuentro también un diálogo con los realizadores de México. La idea es establecer una identidad de la creación”, dijo Guillermo del Toro en la inauguración de su exposición En Casa con mis Monstruos en la que tiene entre sus piezas más valiosas esculturas de algunos de los exponentes de la animación en México más destacados como Aarón Fernández, Sofía Carrillo y Karla Castañeda, por mencionar solo algunos.

El vínculo de Del Toro con la animación en el país se remonta a cuando en 1985 creó, junto a Rigoberto Mora (fallecido en el 6 de mayo de 2009, víctima de un paro cardio respiratorio) la empresa Necropia, especializada en maquillaje, animación y efectos especiales, con la que creó cortos representativos como Los ángeles del fin del milenium (1997), Polifemo (2000) y Sombras (2003).

Impulso Del Toro. En los últimos años, el director de La forma del agua se ha dado a la tarea de ser uno de los principales impulsores del cine animado en México, con iniciativas como el programa ANIMEXICO, en conjunto con el Festival Internacional de Cine de Morelia y  Cinépolis, que el año pasado otorgó a tres jóvenes talentos mexicanos —Christian Arredondo, Ramiro Tamez y Gabriela Camarillo— una beca para estudiar la Maestría en Artes: Animación de Personajes y Realización de Cine Animado en GOBELINS, l’ecole de l’image, la mejor escuela de animación del mundo.

Además, con el Festival Internacional de Cine en Guadalajara este año entregó la primera beca Jenkins-del Toro a través de la cual se reconoció a trabajos como Rojo (documental), de María Candelaria Palma Marcelino, y Los Gatos (animación), de Alejandro Ríos, para estudiar licenciatura, maestría o posgrado en una de las diez mejores escuelas de cine en el extranjero.

En esa misma edición el cineasta anunció que impulsará el talento a través de la creación del Centro Internacional de Animación (CIA) en Guadalajara: “Será la CIA pero de cariño le diremos El Taller de Chucho”, dijo el cineasta, asegurando que su meta es hacer de su ciudad natal, “la capital de la animación en el mundo”. “La industria se rompe por sus limitantes y la coyuntura en la que estamos. La meta es trabajar con series y largometrajes de Guadalajara, con talento local porque buscamos a la siguiente generación de cineastas”, dijo. Por otro lado también tenemos el caso de la directora Karla Castañeda, ganadora de dos premios Ariel, por su trabajo en La noria (2012), que además compitió en SITGES, y Jacinta (2008). De su obra Del Toro tomó prestadas esculturas de su trabajo en stop motion y el año pasado dijo que será el productor de su primer largometraje.

Dentro de sus gestos, también se encuentra el caso de Vonno y Roy Ambriz, creadores de los estudios Cinema Fantasma, quienes pidieron apoyo en la plataforma KickStarter (plataforma para recaudar fondos a proyectos independientes), para su cortometraje Revoltoso, y Del Toro se encargó de donar una cantidad importante, además de darles una asesoría en edición.

Mirada a la escena. Este impulso de Del Toro está motivado por el crecimiento del cine animado en México, que desde hace 25 años ha destacado a nivel mundial. Para muestra vale la pena recordar la Palma de Oro, del Festival de Cannes, que ganó Carlos Carrera con su cortometraje El héroe. Este mismo realizador ofreció este año el proyecto de largometraje más destacado en el género con Ana y Bruno, que llegó a ser considerado por los Premios Oscar sin llegar a la nominación.

Fue hasta el inicio del nuevo milenio cuando comenzó una generación de realizadores que especializados en la animación crearon empresas como Ánima Estudios, Animex Estudios y Huevocartoon Producciones, que volvieron a crear largometrajes que llegaron a salas comerciales. La primera de ellas en el 2003 con Magos y gigantes, de Andrés Couturier y Eduardo Sprowls.

A partir de entonces de la nueva camada llegaron producciones que se hicieron un espacio importante en la cartelera aunque con una calidad cuestionada por la crítica, como la saga de Huevocartoon Producciones que arrancó con Una película de huevos (2006) o La leyenda de la nahuala (2007, Animex Estudios).

Desde el 2003 más de 30 largometrajes se han estrenado a la fecha hechos por mexicanos en los cuales figuran filmes como Héroes verdaderos (2010, White Knight Creative Productions) película basada en la Independencia De México; Don Gato y su pandilla (2011, Ánima Estudios) película basada en la popular serie de Hanna-Barbera; El Santo vs La Tetona Mendoza (2012, Átomo Films, sello de Ánima Estudios) y el caso especial de El libro de la vida (2014), que se quedó a un paso de competir en los Premios Oscar.

El crecimiento del género se ha reflejado en la entrega de los Premios Ariel, que en 1999 abrió por primera vez la categoría de Mejor Cortometraje de Animación y ahora existe incluso la de largometraje con nominados como: Ahí viene cascarrabias, Ana y Bruno, El ángel en el reloj y La Leyenda del charro negro.

Cineastas como René Castillo, Eduardo Rivero, Miguel Ángel Uriegas, Karla Castañeda, León Fernández, Luis Téllez, Sofía Carrillo, Rita Basulto, Ricardo Arnaiz, Alejandro Ríos y Gabriel Cepeda, son tan solo algunos de los nombres de una generación de animadores que brillan a nivel mundial.

Además de los estudios mencionados en la actualidad hay otros como Imagination Films, Santo Domingo Animation, Anim-Art Producciones, Lo Coloco Films, Imágica, Metacube technology & entertainment y Gyroscopik Studios, que tienen proyectos de animación. De ellos hablaremos en la segunda parte.

El crecimiento del género se ha reflejado en la entrega de los Premios Ariel, que en 1999 abrió por primera vez la categoría de Mejor Cortometraje de Animación.

Desde el 2003 más de 30 largometrajes se han estrenado a la fecha hechos por mexicanos.

Fuente: Crónica

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Aletia Molina