Pese a los pronunciamientos de Andrés Manuel López Obrador en contra del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (Nuevo AICM), la construcción avanza de acuerdo con el tiempo planeado y hacia el cierre de la administración se habrá contratado entre el 85 y 90 por ciento de la obra total.
La propuesta de AMLO es utilizar el aeropuerto en la base militar de Santa Lucía. Construir dos pistas para aviación comercial y una terminal que recibiría vuelos internacionales, la cual sería conectada mediante un tren de alta velocidad al actual aeropuerto, que solamente serviría para vuelos nacionales.
“No lo decimos nosotros, la gente de MITRE (trabaja con la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos para proveer seguridad en el espacio aéreo) y OACI (Organización de Aviación Civil Internacional) han comentado que ese esquema no es posible (combinar el AICM con Santa Lucía), independientemente de que sería duplicar operaciones, técnicamente no es posible, porque la cercanía de ambos aeropuertos no permitiría un tráfico dinámico, porque hay un punto donde se concentran, que es San Mateo, entre ambos aeropuertos, y es donde se cruzan los despegues y aterrizajes de otros”, aseguró Federico Patiño, director general del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), en entrevista con Adela Micha para El Financiero| Bloomberg.
A diferencia de otros proyectos de infraestructura, el nuevo aeropuerto es transexenal, es decir, se terminará en el gobierno del siguiente presidente, en 2020.
“El financiamiento en mercados internacionales ya está etiquetado para esta obra, éste es el propósito del financiamiento, no puede ser usado para un propósito distinto”, destacó Patiño.
Indicó que el proyecto está planeado para los próximos 100 años y ante las necesidades de tráfico aéreo actuales no es posible pensar en propuestas de 5 a 10 años.
Además, el Grupo hace un trabajo constante entre los vecinos de la zona para conocer sus inquietudes sobre el proyecto y encontró que el 70 por ciento de ellos está a favor de éste, el 25 por ciento están indecisos y el 5 por ciento en contra.
“La gente está a favor del aeropuerto, el 70 por ciento está a favor, la gente de la zona está construyendo su propio aeropuerto”, señaló.
Sin embargo, quienes se oponen al nuevo aeropuerto se debe a que están preocupados por sus terrenos, a lo que Patiño respondió que es un argumento infundado.
“No hemos tenido que comprar ni un metro cuadrado para el proyecto. Hemos comprado tierra a la gente que quiso vender y hemos intercambiado terrenos salitrosos por terrenos productivos en Atenco”, detalló.
Con trabajos continuos las 24 horas del día, durante los siete días de la semana, 40 mil personas construyen el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que moverá a 70 millones de pasajeros al año.
Se edifica sobre cinco mil hectáreas de lo que fue el Lago de Texcoco y será seis veces más grande que las 770 hectáreas del actual aeropuerto.
“Por su ubicación, la orografía, los vientos, la visibilidad, es el mejor lugar para tener un aeropuerto. Es uno de los proyectos más analizados y estudiados de infraestructura que ha tenido este país. Estamos construyendo la puerta de México al mundo y no solamente para pasajeros, sino también para carga”, dijo Patiño.
La primera etapa de la obra consiste en tres pistas paralelas: la dos, la tres y la seis y una terminal. La pista dos está del lado poniente de la terminal, la tres del lado oriente y la seis está en el extremo oriente del polígono.
“No solamente son tres pistas, sino que van a ser de operación simultánea. Actualmente no (pasa), porque están muy pegadas las pistas y esto va a triplicar el número de operaciones y va a ser el primer aeropuerto fuera de Estados Unidos con triple operación simultánea”, destacó Patiño.
Cada pista mide cinco kilómetros de largo, las del actual aeropuerto miden 3.8 kilómetros, mientras que la nueva terminal medirá 743 mil metros cuadrados, más que la Terminal 1 y 2 juntas, que suman 500 mil metros cuadrados. La terminal de carga va a ser seis veces más grande que la actual.
“La idea es que vaya creciendo, conforme vaya incrementándose el tráfico de pasajeros. La primera etapa son tres pistas con una terminal y si esto se llega a saturar, vamos a construir un satélite, al norte de la terminal, la pista número uno y luego otras pistas y otra terminal”, detalló el funcionario.
Patiño señaló que en el momento en que se abra el Nuevo AICM, cerrará el actual. Además, ya se realizan los estudios para ver la vocación del aeropuerto que opera hoy en día y así definir en qué se convertirá.
De acuerdo con especialistas, el Nuevo AICM tiene la peculiaridad de ser un proyecto financiado en lo esencial por los usuarios del actual aeropuerto.
La estructura financiera del proyecto señala que la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) es la principal fuente de financiamiento, tanto por el flujo directo que genera, como por la garantía que representa para la emisión de bonos que se han colocado en los mercados internacionales.
“Eso evita que la obra sea financiada por los contribuyentes. Son directamente quienes van a usar el nuevo aeropuerto quienes lo financian”, señalan directivos.
Con respaldo de los flujos futuros de la TUA, el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), organismo que opera el aeropuerto actual y construye el nuevo, emitió en septiembre pasado bonos por cuatro mil millones de dólares. Mil millones a plazo de 10 años y tres mil millones a 30 años.
La alta demanda que tuvieron estos instrumentos permitió obtener tasas muy bajas, de 175 puntos base por arriba de la tasa del Tesoro de EU a 10 años y de 275 por arriba en la de 30 años. Esto es, tasas fijas de 3.875 y 5.5 por ciento, respectivamente. Con este nivel de tasa se encuentra por abajo del costo de colocaciones de Pemex y CFE.
Directivos del GACM cuestionados respecto a las razones de que esto sea así, refirieron que los inversionistas perciben mayor seguridad en los ingresos que dan respaldo a estos bonos, por la tendencia histórica de uso de los servicios de aviación y del aeropuerto de la CDMX.
Otra de las características de la emisión es que se trató de ‘bonos verdes’. Para poder tener esa clasificación se requiere la sustentabilidad del proyecto que financian, con una certificación LEED Platino v4. El Nuevo AICM será el primero a nivel mundial en alcanzarla. La emisión de estos bonos fue la más grande que se haya realizado hasta ahora en los mercados emergentes.
Fuente: El Financiero