Hace tiempo que los macrofestivales ya no son aquel lugar de comunión con las grandes-bandas-de-rock-del-momento, quizá porque en estos tiempos ya no existen las grandes-bandas-de-rock-del-momento. «Sí que se está poniendo difícil encontrar cabezas de cartel, el abanico cada vez es más finito porque no están naciendo nuevo grupos con esa percha de headliners», reconoce Armando Calvillo, director de marketing de la promotora mexicana detrás del Corona Capital, que este fin de semana se presenta con Green Day, 27 años de carrera, PJ Harvey, 25 años, Foo Fighters, 21 años.
Quizá Arcade Fire, a mediados de los 2000, haya sido la última gran esperanza para las guitarras épicas, aunque sus dos últimos discos son más un homenaje a Abba que un esfuerzo por articular un discurso estético contemporáneo y emocionante. Quizá sea porque el paradigma cultural de ahora es el pastiche, –¿acaso no siempre fue así?– y porque la música popular anglosajona en los últimos años no ha hecho más que mirarse a la espalda –¿The Strokes, Wilco, White Stripes?– pero un paseo por las carteleras de los festivales se ha convertido en un exasperante eterno retorno, la misma galleta mojando siempre el mismo vaso de leche, un ejercicio de chatarrería o de nostalgia.
Entre los cinco artistas más escuchados en Spotify el año pasado no hay ni rastro de la fórmula voz-guitarra-bajo-batería
El rock, dirán, lleva preparando su funeral casi desde la cuna –desde el Elvis gordo de Las Vegas, hasta los djs de los noventa bailando sobre la tumba del grunge y el brit pop–, pero últimamente a eso que llaman espíritu de los tiempos le está costando demasiado caber dentro de una guitarra. En la era de los clicks, los likes, y los followers, en la lista de los cinco artistas más escuchados en Spotify el año pasado no hay ni rastro de la fórmula voz-guitarra-bajo-batería, y la canción más reproducida en la historia de Youtube es Despacito.
«La gente más joven –apunta Calvillo– no es tan leal a un artista o un género, saltan de uno a otro sin ningún prejuicio. Están cambiando los hábitos de consumo de la música y eso nos va a hacer cambiar también a nosotros, los programadores de conciertos. No descartamos que de aquí en adelante puedan entrar grupos de rap o de electrónica, pero de momento mantenemos ese equilibrio entre grupos muy consagrados, bandas que están creciendo y nuevos nombres».
Los tiempos de reciclaje se notan también en la clase media. El revoltijo de pop y sintetizadores setenteros de Phoenix, el folk electrónico de Alt-J, o las vaporosas letanías de Metronomy, The XX o Grizzly Bear. Entre las apuestas, el director subraya a la nueva promesa del r’n’b británico: Dua Lipa. «Creemos que puede ser uno de esos casos de éxito que vuelva al festival después de unos años convertida en uno de los grandes nombres».
Fuente: El País