La semana pasada, en su primera aparición en la ONU como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump habló de la burocracia de la organización internacional y de su mala gestión. No obstante, Trump sabe perfectamente que la organización está ejerciendo un papel clave presionando a Corea del Norte por sus actitudes belicistas.
Además, Trump, en su faceta de empresario, se ha quejado del derroche en el organismo internacional del cual Estados Unidos es el principal contribuyente. Y es un contribuyente con una receta: centrarse en resultados, no en procedimientos.
Trump no ha dudado en calificar a la ONU como un “club de amigos”. Pero también se ha percatado que el Consejo de Seguridad de la ONU es un instrumento útil en su ofensiva contra el programa nuclear y balístico de Pyongyang. Es un foro que puede servirle al Presidente norteamericano para alcanzar pactos con China y con Rusia, y que también puede serle útil para tomar medidas drásticas para con el régimen de Kim Jong-un.
Trump tiene dos apoyos importantes: la embajadora norteamericana ante Naciones Unidas, Nikki Haley, quien ha ganado prestigio y espacio político en el Organismo; y el Departamento de Estado que ha encontrado un camino previo a la opción militar. Con estos apoyos, Trump acudió a la ONU con un ánimo reformista. Apoyó una declaración de diez puntos suscrita por 128 países para respaldar la reforma que ha puesto en marcha el secretario general, Antonio Guterres.
Esta reforma de Guterres pone sobre la mesa cambios en el sentido de que la ONU existe para servir a la gente que sufre pobreza, exclusión y abusos y que necesita ayuda, y afirmó que la reforma de la Organización es precisamente para cumplir ese objetivo de manera eficiente.
Agregó que esa reforma también es para los contribuyentes que, con sus impuestos, sostienen el trabajo de la ONU, al igual que para los empleados que desempeñan una labor vital bajo su bandera y merecen apoyo. Guterres ha intentado poner fin a la burocracia excesiva que padece la Organización.
En su segunda aparición ante la Asamblea General, el presidente Donald Trump volvió a arremeter contra el líder norcoreano, Kim Jong-un, a quien calificó de «loco» y de quien dijo «no le importa matar a su pueblo».
El presidente estadunidense, quien se ha enzarzado en los últimos días en un cruce de reproches y descalificaciones con el líder norcoreano, dice también en su mensaje que Kim «será probado como nunca lo ha sido antes», en lo que parece una velada amenaza contra su régimen.
Las acusaciones entre ambos líderes se iniciaron el pasado 19 de septiembre en la Asamblea General de la ONU, donde Trump dijo que EEUU tenía «una gran fortaleza y paciencia, pero si nos vemos forzados a defendernos o a defender a nuestros aliados, no tendremos más remedio que destruir totalmente a Corea del Norte».
Trump se refirió al líder norcoreano como «hombre cohete» por su afición a probar misiles y añadió que Kim «está en una misión suicida para él y su régimen».
Posteriormente, el ministro de Exteriores de Corea del Norte, Ri Yong Ho, dijo que las amenazas de Trump sonaban como los «ladridos de un perro». Esta mención la hizo un día antes de hacer su propia intervención ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
«Hay un dicho que dice: ‘Pese a que ladre un perro, el desfile continúa'», dijo Ri a periodistas cerca de la sede de la ONU en Nueva York, en la primera reacción del régimen comunista norcoreano al discurso de Trump.
«Si Trump piensa que puede atemorizarnos con los ladridos de un perro, realmente es un ‘sueño de perro'», agregó Ri, usando una expresión norcoreana para referirse a cosas absurdas o que no tienen mucho sentido.
El ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Norte, Ri Yong-ho, afirmó en su discurso ante la Asamblea General de la ONU que un ataque de misiles de Corea del Norte contra Estados Unidos es «inevitable». La «visita de nuestros misiles al territorio de Estados Unidos se ha vuelto inevitable», dijo el canciller norcoreano durante su discurso en Nueva York, desde el mismo estrado en el que días atrás el presidente norteamericano amenazó con «destruir totalmente» a Corea del Norte.
El régimen de Kim Jong-un tomará «acciones preventivas sin piedad» si Estados Unidos muestra algún intento de «decapitar» a Pyongyang, agregó el canciller.
«En el caso de que se pierdan vidas en Estados Unidos será por su culpa, por culpa de esa misión suicida de Trump», dijo el canciller. Fue otra réplica directa al discurso del mandatario estadounidense en la ONU el pasado martes.
«Corea del Norte es un Estado nuclear responsable», pero «adoptaremos medidas preventivas necesarias e implacables si Estados Unidos y sus vasallos quieren llevar a cabo» ataques contra el país, aseguró.
Ri sostuvo asimismo que las «bárbaras y odiosas» sanciones impuestas por Washington no harán cambiar de opinión a Pyongyang.
«Estamos ahora apenas a unos pasos de completar nuestra capacidad nuclear, es absurdo pensar que nuestro país se va a desviar un milímetro de su rumbo por muy estrictas que sean las sanciones que nos imponen», afirmó.
En el mismo discurso, Ri Yong Ho atacó directamente al presidente estadunidense, al considerarlo «un trastornado mental que está repleto de megalomanía». El propio pueblo estadounidense cree que es un «comandante malvado» y un «rey mentiroso», finalizó.