A ocho minutos de la medianoche, un terremoto de 8,2 según el Servicio Geológico Mexicano (SGM) remeció varias ciudades del país centroamericano. Con una potencia 32 veces mayor a la de la bomba atómica de Hiroshima, se trata del más intenso movimiento sísmico desde que el país cuenta con registro y desde el trágico terremoto de 1985 que, con 8,1 grados, segó la vida de 10.000 personas.
El epicentro ha sido registrado en el estado sureño de Chiapas, aunque el movimiento se ha dejado sentir en países vecinos como Guatemala y el Salvador. A la Ciudad de México, con cerca de 30 millones de habitantes, el sismo de un minuto de duración la causó principalmente daños en estructuras antiguas y postes. Mientras que regiones montañosas en la localidad de Oaxaca han sido las que más víctimas mortales han registrado del total de 25 hasta ahora conocido.
Un sismo casi nunca coge desprevenidos a los mexicanos. Su país es uno de los de más alta sismicidad en el mundo al estar enmarcado en la confluencia de cinco placas tectónicas, algunas de las cuales son de entre las más activas en el planeta.
Los terremotos son, precisamente, un resultado de la interacción de estas placas que conforman la litosfera o corteza de la Tierra. Estas, suman 15 principales y 42 menores y al ser bloques rígidos de material se mueven y acomodan sobre la parte más expuesta del manto de la Tierra, llamada astenosfera. Esta capa yace a profundidades de entre 80 y 200 km bajo la litosfera y puede extenderse por hasta 700 km hacia el núcleo del planeta. Con una isoterma de 1300°, hay poca presencia de material mineral fundido en la astenosfera, aunque lo suficiente para crear un desfase en el movimiento de interacción con la placa superior.
Las que rodean a México son 4 de las 15 principales placas tectónicas más una de las secundarias: “La mayor parte del territorio continental pertenece a la placa Norteamericana, mientras que la península de Baja California pertenece a la placa del Pacífico; en el litoral del Pacífico se tiene la microplaca de Rivera, la placa de Cocos y la del Caribe”, detalla el SGM, del Instituto de Geofísica de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Los movimientos sísmicos se originan en la interacción de estas placas y, por tanto, se registran en sus bordes, donde chocan unas con otras. De ahí que sean estos lugares denominados fallas donde, también, se originen volcanes. De ahí que de acuerdo con especialistas de la UNAM a diario en este país se registren hasta 38 sismos en promedio, de intensidades variables; al menos 15 de ellos tienen magnitudes mayores a 2,0.
Chiapas, frente a cuyas costas se registró el epicentro del más reciente sismo fuerte, es uno de los estados con mayor sismicidad del país. Ello, a raíz del contacto convergente entre la placa de Cocos y la del Caribe. Su interacción tiene lugar en la costa del Pacífico, frente a dicho estado. Ahí, a inicios del siglo XX, se produjeron 3 grandes sismos superficiales con magnitudes mayores a 7 en las costas de Chiapas y Guatemala, reporta la UNAM.
Al sureste de la Dorsal de Tehuantepec, un sistema de pequeñas fallas cerca a una localidad de este nombre a unos 170 km al noroeste del epicentro, se encuentra un punto triple donde un sistema de fallas separa la placa Norteamérica de la Caribe y donde la placa Cocos comienza a ser subducida bajo ésta, a 80 mm por año; cerca de esta zona es donde el sismo más reciente se ha producido.
“Las tensiones que ese movimiento genera acumulan energía que se libera en forma de terremotos”, explica a Big Vang Jordi Díaz, sismólogo investigador del Institut de Ciències de la Terra Jaume Almera (ICTJA-CSIC). “De media, se produce uno de esta magnitud en todo el mundo cada año, muchas veces en zonas despobladas. Por fortuna, la profundidad a la que ha sucedido este seísmo de México, ha amortiguado el impacto. Si hubiera sido más superficial, por ejemplo a una profundidad de entre 20 y 5 km, los efectos hubieran sido devastadores”, detalla.
Siendo un país altamente sísmico, y tras el fatídico terremoto del 85, una serie de medidas contra los movimientos telúricos han venido siendo implementadas en México en las últimas décadas, de ahí que las autoridades desde ya se feliciten por los daños controlados que se han registrado hasta el momento.
Fuente: NMas1.org
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