Benjamín Netanyahu, el primer jefe del Gobierno israelí que viaja a Latinoamérica, comprobó in situ en Argentina, donde vive la sexta comunidad judía del planeta, el giro proisraelí de la región. Netanyahu, que viajará también a Colombia y México, mostró una fuerte sintonía con Mauricio Macri, que ha dado un giro de 180 grados a la política exterior de los Kirchner y ha roto el acercamiento a Irán que ellos iniciaron. El líder israelí aprovechó para culpar a Irán de los peores atentados de la historia de Argentina, en los 90, y pidió que sea tratado como un Estado terrorista.
Buenos Aires es la única ciudad del mundo en la que se cruzan, obviamente de manera no casual, la avenida Estado de Israel con la calle Estado de Palestina. Las dos comunidades viven en paz. Colegios judíos y entidades musulmanas conviven a pocos metros, sin que haya conflictos sociales fuertes. El país ha sido presidido por Carlos «el turco» Menem, que fue criado como musulmán y se convirtió al catolicismo, y ahora tiene de ministro de Medio Ambiente a un rabino que nunca abandona su kipá, Sergio Bergman. A su vez, la esposa de Macri, Juliana Awada, viene de una conocida familia sirio-libanesa.
La mezcla es habitual en este país abierto que acogió tanto a musulmanes que escapaban de guerras o hambrunas como a judíos que huían de la persecución religiosa en Europa. Aunque también escondió después a algunos de los nazis que los persiguieron, un punto clave de la historia negra de Argentina que también tuvo su papel en la visita de Netanyahu, ya que Macri le entregó una caja con cinco discos duros con 139.000 páginas de documentos históricos argentinos «sobre el holocausto», en especial la ayuda que recibieron algunos jerarcas nazis como Adolf Eichmann para esconderse en el país austral.
Sin embargo, esa convivencia pacífica entre religiones, con un constante diálogo que también promovió el Papa Francisco cuando era arzobispo de Buenos Aires, convive con una batalla política muy dura entre los que están a favor de acercarse a Irán, como hizo Cristina Fernández de Kirchner en su último Gobierno, y los que apuestan por Israel, como ha hecho Macri, que mostró una estrecha relación con Netanyahu.
La batalla de fondo es estratégica. Fernández de Kirchner dio un giro radical a la política exterior argentina, siempre marcada por su cercanía a EEUU y a Israel, y en línea con otros gobiernos latinoamericanos como Venezuela, Ecuador, Nicaragua o Cuba, rompió con EU y se aproximó a Rusia, China e Irán. La firma de un memorándum de Argentina con Irán en 2013 provocó una grave crisis política. La comunidad judía nunca se lo perdonó a Kirchner. La muerte en extrañas circunstancias del judío Alberto Nisman, el fiscal que investigaba la causa AMIA, el atentado en el que murieron 85 personas en 1994 supuestamente a manos de Hezbollah con apoyo de Irán, supuso la ruptura definitiva. El entonces ministro de Asuntos de Exteriores, Héctor Timerman, un destacado miembro de esta comunidad, fue expulsado de sus asociaciones.
El viaje de Netanyahu consolida el giro de Macri, que se acercó a la familia de Nisman, ha reforzado la investigación de la AMIA, y se ha alejado de Irán al anular el memorándum firmado por Kirchner. Esta cita, la última de una larga serie de viajes que incluyeron a los principales gobiernos europeos y al presidente de EU, remata el giro estratégico de la política exterior argentina hacia las potencias centrales.
Los dos políticos no ocultaron su buena relación con el trasfondo de ese giro estratégico en la mirada hacia Irán. «Argentina refuerza su inquebrantable compromiso en la lucha contra el terrorismo internacional, que hemos sufrido dos veces. Seguiremos trabajando con Israel para luchar contra este tipo de atrocidades», clamó Macri como mensaje claro hacia su socio, aunque sin hablar expresamente de Irán. Netanyahu fue mucho más lejos. «Esta es el alba de una nueva era. Quiero valorar el compromiso del presidente Macri para saber qué sucedió en los atentados de la AMIA y la embajada israelí. Sabemos que los culpables fueron Hezbollah e Irán. Irán sigue financiando un terrorismo que ataca a todos, en París, en Londres, en Barcelona. A nosotros nos preocupa que Irán pueda tener armas nucleares, debería preocupar a todo el mundo», sentenció.
Netanyahu viajará ahora a Colombia y México, dos países que nunca abandonaron el eje tradicional de las relaciones exteriores latinoamericanas y que ahora están en manos de gobernantes de centro-derecha, como Argentina. El líder israelí, que se mueve entre extraordinarias medidas de seguridad que dificultan las protestas contra su visita de grupos que le reprochan su dura política con los palestinos y su defensa de los asentamientos, viaja con empresarios de su país que quieren invertir en Latinoamérica. La nueva relación con Argentina conlleva intercambios comerciales más fuertes, inversiones de empresarios israelíes y posibles compras de material de seguridad, un asunto muy polémico en un país donde cada episodio de represión policial genera intensas discusiones políticas.
Fuente: El País