La alerta sísmica de las 7:53 horas recrudeció la pesadilla. La sola idea de un nuevo terremoto que pueda terminar con la esperanza de familiares de las más de cuarenta personas que permanecen atrapadas entre los escombros del edificio 286 de Álvaro Obregón no ha dejado de rondar desde el derrumbe que les coartó la vida.
Pero el desplazamiento del concreto no sucedió. Después de un paro protocolario por la amenaza, las labores de rescate se reiniciaron para intensificarse de manera inusitada con la incorporación de bomberos norteamericanos de la ciudad de Los Ángeles, que se sumaron a los trabajos de rescatistas israelitas y topos mexicanos.
Por vez primera, más de cincuenta personas se posicionaron en lo más alto de las ruinas. A través de un tobogán, improvisado con tambos, despejan cascajo que es partido cuidadosamente para no desestabilizar la estructura.
Con una grúa, se logró retirar tres enormes bloques de cemento, de lo que habrían sido los más altos de seis pisos que conformaban el edificio para hacerse paso al cuarto, donde habría mayor probabilidad de encontrar personas con vida, al que pretenden llegar a través de túneles y aprovechando ductos de aire acondicionado.
La embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, acudió al lugar para anunciar la llegada al país precisamente de 67 bomberos angelinos y cinco binomios caninos, a los que se sumó otro grupo de perros rescatistas procedentes de España.
Sobre el apoyo de sus connacionales, la diplomática dijo: “Estuvieron dispuestos para volar en un instante. Vienen con equipo de punta que otros equipos no tenían y la experiencia de muchos desastres. Su idea es sugerir un plan de la mayor eficacia para llegar a las personas con vida”.
La carrera, al momento, es contra la lluvia y el tiempo.
Fuente: Proceso