Por Carlos Ferreyra
No hubo novedad ni sorpresa cuando el dedito democrático del señor de Macuspana, se levantó y señaló a Claudia Sheinbaum, a la que otorgó un nombramiento chistoso para disimular que será la candidata de Morena al gobierno de la Ciudad de México.
Era tan evidente, que sólo una persona no lo aceptó de antemano pensando en que podría imponerse tras su historial de obsecuente servidor de su patrón: Ricardo Monreal Ávila quien al final de la mascarada declaró que “este capítulo no se cierra, falta por escribir parte de la historia de la Ciudad de México”.
En una entrevista por televisión, del ex gobernador zacatecano y hoy delegado en el centro de la capital, recordó que hace 20 años renunció al PRI cuando los tricolores no le cumplieron su plan de ser el candidato al gobierno de su estado natal.
Se lanzó con los amarillos y ganó; de allí p’al real. Hizo alcaldes a sus hermanos y a una de sus hermanas, defendió el descubrimiento de 16 toneladas de mariguana en una bodega de la familia –quedó sin culpa, claro—y se trasladó al centro para participar en las elecciones presidenciales del Peje.
Alguna oportunidad declaró su intención de ser el candidato presidencial que sustituya a Andrés Manuel López Obrador, para saltar a la Presidencia de la República.
Fue su perdición: esa ambición desmedida, sobrevaloración de sus inexistentes méritos y los condicionamientos expresados a su líder, hicieron que éste sopesara las perspectivas futuras. Eso explica por qué, sin dar a conocer el método de consulta teóricamente utilizado, López Obrador hizo trascender que tras la Sheinbaum había quedado el Batres y en el tercer lugar Monreal.
Digamos que ,lo rebajó todfo lo posible y le mostró que no se mueve la hoja del árbol sin su voluntad.
Recuerdo a Ricardo cuando llegó al Senado bajo la égida de don Emilio González Parra. Casi lo imagino con un modesto morralito y con ropita más que modesta. Para ayudarlo y está en los anuarios de la institución, con frecuencia lo enviaban a comisiones fuera del país, donde lo reforzaban con gastos en dólares.
Un mes antes de su brinco al PRD –consta en actas—Monreal pronunció una brillante diatriba contra el sol azteca. En otro hecho al conocer anticipadamente el líder el contenido de su intervención en tribuna, pidió que lo cambiara. Igual que un ilustre poblano, dijo que no tenía empacho para hacerlo: convirtió en blanco lo que originalmente era negro.
Hombre indudablemente “de convicciones”, Monreal ya declaró que tal cual hizo con el PRI, analiza lo que será su comportamiento futuro.
“Quiero tomar decisiones con la cabeza fría; puede estar el corazón caliente, pero la cabeza fría. Yo soy de esos, de los antiguos, de los que otorgan su palabra y la cumplen”.
Y luego la advertencia: Salvo que no haya remedio, pero estoy escuchando a la gente…
En el Senado fue contratada una jovencita morena clara, de cuerpo celestial, hermana de una señoriuta Acapulco. La niña, desde luego, venía a resolver su vida. Buscaba marido con especial preferencia entre gente de amplios haberes.
Trabajaba en la Tesorería, donde el titular la puso pronto en su lugar y le exigió que cumpliera sus responsabilidades. Se enfocó a la Oficina de Prensa donde hubo los mismos resultados y un cierto desencanto cuando supo los salarios de los reporteros.
Puso sus ojos en los legisladores que precavidamente la ignoraron, excepto uno: Ricky Monreal que pronto se hizo compañía cotidiana de la jovencita.
La familia del legislador fue regresada a Zacatecas mientras éste dialogaba con el líder al que pidió que le ayudara a conseguir una casa y un automóvil.
El encargado, Ricardo Trejo, tesorero de la Cámara cumplió la petición: obtuvo facilidades para que Monreal se hiciese de un departamentito de interés social a cargo del Infonavit, y le financió un autito de esos que llamaban “Vochos”.
Estábamos en La Ópera con varios amigos periodistas y con Monreal cuando llegó la damita en cuestión. Furiosa y sin decir agua va, le espetó al senador: mira, si crees que soy tu pu…a y me puedes comprar con un pinc……nto palomar y un automóvil de quinta, estás equivocado.
Y luego: te advierto que me voy a quedar el apartamento y el coche, pero a mí no me vuelves a ver.
Y lo cumplió. Desde ése día no volvimos a saber de ella. Se dijo que había regresado a Guerrero y otros más dijeron que finalmente había encontrado un mecenas de a deveras. Y que se había ido con tal señor a extranjia. Quién sabe.
Historias de vida, sin duda…
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com