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El oceáno tiene límites. Sylvia Earle. 2ª parte. Por Rodrigo Navarro

Publicado por
José Cárdenas

Rodrigo Navarro

 

 

En Quintana Roo bucear con tiburones deja 8 millones de dólares al año, la pesca de escualos en el mismo estado dejó 1.5 millones de dólares en 2016. Unos 200 mil usd por individuo en el buceo contra 1500 usd por tiburón que se paga en promedio a los pescadores en todo el mundo. El nado con Tiburón Ballena dejó cerca de un millón de dólares el mismo año en Quintana Roo. En México prácticamente no se pesca al Tiburón Ballena.

 

Un tiburón, una raya, un pulpo, un mero, todas las creaturas marinas hacen que el mundo funciones. ¿Qué sucede cuando las especies desaparecen? Quitamos nudos de la red trófica y no sabemos cómo afectará a los demás hasta que es demasiado tarde. El 90% de los tiburones que existían en los 50´s ha desaparecido. Si seguimos pescando como lo estamos haciendo en los sistemas de pesca comercial para el 2050 no habrá suficientes peces para alimentarnos.

 

La oceanóloga Sylvia Earle y el autor buceando en Cozumel

 

Hace dos semanas la oceanóloga Sylvia Earle estuvo de visita en Cozumel. Su visita pasó desapercibida. Dio una conferencia que tuvo una excelente asistencia pero se desaprovechó la estancia en la isla del científico más importante para el océano en el planeta para llevarla en visitas de promoción a patrocinadores del evento. El año pasado Jean Michel Cousteau condicionó su vuelta al evento sobre buceo de la isla en función del involucramiento del festival en verdaderas acciones en favor de la conservación. Así este año el ecologista y productor fílmico estuvo ausente.

 

“Cuando era chica no sabía que existía la foca monje del Caribe (Monachus tropicalis), se extinguieron en 1952 y eran muy comunes. Ahora junto a varias especies de focas en México, el Caribe y Europa se han extinguido. Hoy mismo al otro extremo de México, en Baja California, este ser pequeño, la vaquita (Phocoena sinus), está a punto de desaparecer también debido a la pesca incidental. Su vejiga que es similar a los chalecos que usan los buceadores para compensar la flotabilidad. Para eso le sirve al pez la vejiga natatoria. La mayoría de los peces la tienen, es un  órgano común. Pero en Asia se le otorga un valor mágico para curar toda clase de enfermedades te da fuerza y vigor e incluso para tener un buen embarazo a la vejiga de la Totoaba. No hay evidencia científica de que nada de esto sea cierto. Esto está sucediendo durante nuestra “nuestra guardia”. Es penoso que esto esté sucediendo. Acabamos con una especie porque compite con nuestra comida”.

El 11 de mayo pasado el presidente Peña Nieto se comprometió a realizar tres acciones para salvar a la vaquita marina: prohibir definitivamente las redes de enmalle en el Golfo del Alto California; reforzar acciones contra la pesca ilegal de Totoaba; y detener el tráfico ilegal de Totoaba entre China y México. Peña Nieto ya se había comprometido a lo mismo ante la comunidad científica internacional en 2015 cuando quedaban 97 ejemplares. Suspendió los fondos para el programa (540 millones de pesos para compensar a los pescadores al año) en 2016. Ahora la veda para el uso de redes de enmalle se terminó y tan solo quedan 30 ejemplares. Prometer no empobrece.

 

En México se firman compromisos internacionales cuando no se tiene la menor intención de cumplirlos. Este 30 de junio el gobierno de la república anunció la prohibición definitiva para redes de enmalle en el alto california, medida que parece tardía. Faltaría la otra condición de DiCaprio y el WWF, que los gobiernos de China, Eu y México tomen medidas efectivas para impedir el tráfico ilegal de buches de Totoaba.

Se captura a la marsopa pescando a la Totoaba (Totoaba macdonaldi) una corvina apenas mayor que la vaquita cuya vejiga natatoria es considerada en Asia como un remedio para infinidad de enfermedades. Debido a su elevado costo 8,500 usd el kilo, se le llama la cocaína marina. Al ser incluida en la lista de la UICN de especies en extinción su precio alcanzó ese elevado costo en el mercado negro. La vaquita come los mismos peces que la Totoaba, comparten recursos y es pescada accidentalmente cuando se persigue a la corvina. A los pescadores se les paga a 200 usd por cada vejiga. Por eso los pescadores se arriesgan y usan redes prohibidas en la zona por la legislación.

 

“Alrededor del mundo especies como los manatíes, algunas ballenas están en riego de extinción, debemos tomar acciones para evitarlo. Es otra industria que produce mucho dinero, mucho mayor a su caza y destrucción: el privilegio de ver a las ballenas en su entorno natural. Escuchar sus cantos, verlas saltar en el agua, dar coletazos antes de sumergirse. Hace 40 años el aceite del sonar de las ballenas era muy valorado económicamente y por eso casi las desaparecieron de la faz de la tierra. El oeste de México en Baja california se ha convertido en un santuario para proteger a las ballenas y eso ha sido muy lucrativo para el ecoturismo desde 1980 y los números se incrementan año con año.

“La tecnología moderna permite localizar y capturar grandes cantidades de atún. Hoy día se puede consumir atún en prácticamente cualquier lugar del planeta. El mercadeo convence a las personas que esto es correcto. ¡El atún sabe tan rico! Deberíamos preocuparnos porque estamos diezmando sus poblaciones, al igual que las del pez espada. De los meros, los pargos aquí en el Caribe. Pero el océano tiene límites, no podemos pescarlos en escala industrial sin sufrir consecuencias. Pero este hecho es una elección, y elegimos hacerlo, consumimos estas especies silvestres.

Cuando lanzamos nuestras redes para pescar peces a veces capturamos algo más que pescados. Para mediados de este siglo habrá más plástico en el océano que peces. Qué concepto, sacamos peces del mar y le metemos basura a cambio. No es solo el capturar peces. Todos nosotros nos sumergimos por el placer de encontrar y conocer a los meros, los erizos, los corales. Por el privilegio de conocer y ver en su entorno natural otras especies animales y vegetales. He pasado miles de horas bajo el océano.

 

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José Cárdenas