A ver, si aquella máxima «pirateada» por Javier Duarte al finalizar su última audiencia en Guatemala, (mal citada por el ex gobernador), pero que a la frase correcta dicta: «paciencia, prudencia, verbal continencia, no exhibir excesiva ciencia, presencia y ausencia, según conveniencia», tuviera un mensaje cifrado, habría razones para alimentar la manoseada teoría del acuerdo con «alguien» o «álguienes» poderosos.
Si deseáramos pensar que el cordobés «quiso decir algo», y por ello fue la única declaración que hizo a los medios presentes, nos obligaría a suponer que cuando se le indique, previo acuerdo con ese «alguien», habría de «soltar sopa hirviendo» en el momento idóneo contra cierto personaje, vaya, no de a gratis su esposa camina tranquilamente por calles europeas.
Ahora bien, en honor a la verdad, para aquellos que vivimos en Veracruz y observamos a Duarte durante casi seis años, solía aventurar ocurrencias, lanzar frases espontáneas, o bien, de plano, estructurar sentencias que regularmente desembocaban en memorables tropezones de repercusión nacional.
Si no aventaba estructuras filosóficas acababa regalando oraciones dignas de colección, por ejemplo: «antes se hablaba de balaceras y asesinatos, hoy de que se robaron un frutsi y dos pingüinos en un Oxxo», o aquella de «vamos a sacudir el árbol y caerán muchas manzanas podridas», usada en franca alusión para periodistas que pudieran estar vinculados con el crimen organizado.
En pocas palabras, Javier Duarte siempre ha sido así, ocurrente, sin que esa ocurrencia, en ocasiones, signifique más allá de intentar verse jocoso o cómico estilo «standupero» ante la prensa que le persigue. Eso pudo pasar con el «palomazo» que tomó «prestado» en Guatemala, presunta autoría de un ex jefe policiaco de Castilla.
Si Javier Duarte se trae algo entre manos al «pseudoemular» a Kalimán con el concepto de «serenidad y paciencia», sólo que con otros vocablos, y no se trató de un «javierduartismo», lo sabremos cuando arranque su proceso en México, o bien, cuando se avecinen las elecciones y deba decir «algo sobre alguien», llámese como se llame.
No podemos alejarnos de que siendo Javier Duarte el personaje tras el verso rapero, «hip hopero», o bien, españolado, cualquier «as bajo la manga» es posible «por muy obtuso o kafkiano» que parezca. No es casualidad tampoco que el cordobés haya declarado sólo eso a los medios, cuando en todo momento se limitó a decir el clásico «no tengo comentarios».
Antes del próximo día 20, Javier Duarte regresará a México y «enfrentará» de nuevo a la prensa que lo conoce, a los medios que de alguna u otra forma, en conjunto o por separado, le desenmascararon y complicaron su presunto camino delincuencial.
Aquí, ya en su tierra, enfundado ahora en su categoría de «capturado» y no de «prófugo», el ex gobernador deberá lanzar algo más ingenioso que un verso con mensaje oculto, si es que de verdad existe esa «carta» escondida que haya fundamentado su eterna sonrisa