Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Esto no es Estados Unidos sino Washington S.A, la nueva casta política que ha tomado el poder en la Casa Blanca ha llegado con la mentalidad empresarial con la que fueron criados, empero, ser el mandatario de una de las naciones más potentes del orbe, no tiene nada que ver con presidir un consejo de administración.
El presidente Donald Trump va cometiendo errores a una velocidad estrepitosa, las circunstancias empiezan a rebasarle en todos los sentidos a tal punto que echa mano de su clan, aquellos que llevan su sangre son su círculo de confianza por encima de sus propios secretarios de Estado nombrados por él.
Pero la tribu Trump se equivoca no están administrando ninguno de sus negocios inmobiliarios o relacionados con la ropa llevan largos meses entrometiéndose en asuntos delicadísimos de la más alta sensibilidad política.
El magnate, aprendiz de brujo, pretende gobernar la Unión Americana a golpe de pura alquimia desde Twitter y vendiendo titulares de #Fakenews dispuesto además a ir a contracorriente de todo… aunque no lleve la razón.
Sin embargo, no es únicamente su ira contra el multilateralismo, el desconocer la agenda del cambio climático y los Acuerdos de París o que pretenda amurallarse, edificando crecientes aranceles a las importaciones (hasta del acero) y volverse un loco matón en las redes sociales; en realidad, lo que más debe preocuparnos es su concepción de cómo se gestiona el poder desde la Casa Blanca.
Se equivocan aquellos que creen que las arcas públicas son similares a cuadrar las finanzas de un emporio empresarial; la visión de la administración pública es tomar decisiones acertadas creando programas y políticas públicas muchas en buena medidas de tipo social en las que no se pretende ninguna rentabilidad ni lucro.
Una compañía coloca un producto o bien ofrece un servicio en aras de lograr una ganancia, su actividad genera empleo y derrama un determinado tipo de bienestar por el que la gente, los usuarios o bien los consumidores pagan; y eso se traduce en ingresos, la contabilidad interna siempre buscará los números negros y maximizar los beneficios para beneplácito de sus accionistas.
Ni las finanzas ni la administración pública tienen esa orientación, si hay que dar subsidios, ayudas e instrumentar programas sociales se hace y el dinero de los contribuyentes no siempre alcanza para toda la obra pública ni los servicios por cubrir; así es que se recurre muchas veces a niveles de endeudamiento.
Quiero magnificar su naturaleza diferenciada entre la administración pública y la privada, por ende, la toma de decisiones nada tiene que ver con su fin primordial.
Y Trump lo está ignorando, cree que es “House of Cards” o la prolongación de su show personal; y quizá lo más sintomático es la forma en cómo involucra a su entorno familiar.
Desde su yerno, Jared Kuchner, hasta a sus propios hijos mayores, la posibilidad del nexo de Donald junior como recadero entre los contactos rusos y su padre va creciendo a pasos agigantados en la medida de la catarata de filtraciones.
A COLACIÓN
Nótese: el multimillonario confía más en sus hijos que en su propia esposa Melania relegada a un cuadro meramente decorativo cuando su presencia es verdaderamente infaltable.
Aunque no duda ni tantito en cambiarla por su hija mayor Ivanka fruto de su matrimonio con la checoslovaca Ivana Marie Zelníčková, ella es su verdadero brazo derecho y hasta su motor de inspiración.
Si Ivanka Trump sustituyese a su padre en sendas reuniones en algún consejo de administración de cualquiera de las empresas de su progenitor, no sería nada fuera de lo usual, muchos lo hacen sobre todo cuando el accionista es tenedor mayoritario o fundador.
Empero, hacerlo como presidente de Estados Unidos, me parece temerario, arbitrario y harto delicado. No es que sea singular es que se trata de una de las democracias más transparentes del mundo, no un país bajo la férula de un dictadorcillo como Nicolás Maduro o bien regido bajo las costumbres del asesinado Gadafi en Libia o del defenestrado clan de Sadam Husein en Irak; vamos sin ir más lejos, de la apropiación familiar de los Castro de la política en Cuba.
¡Sorprende en la principal democracia que el poder empiece a gestionarse como si fuese Venezuela, Cuba, Libia o Irak! ¿Debe Ivanka sustituir a su padre en sus reuniones como PRESIDENTE de los Estados Unidos de América? ¡No! Bajo ningún concepto.
*Economista experta en periodismo económico, escritora de geoeconomía y análisis internacional.