Por primera vez, más de 30 medios de comunicación nacionales e internacionales –impresos y electrónicos– se unen en para denunciar “la ofensiva asesina” contra periodistas mexicanos. Protestan frente a la indefensión de los informadores de oficio que desempeñan su labor de investigar y difundir noticias incómodas del crimen organizado; que no venden su credibilidad ante el acoso del poder que somete y mata…
El desplegado publicado ayer es la demanda a la autoridad omisa, obligada vigilar el cumplimiento del artículo 7º. de la Constitución que garantiza el derecho a la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. Es una manifestación sin precedente en la cual empresas y periodistas de todos colores y géneros se unen en lo que pretende ser un frente común en defensa la vida de los comunicadores, la libertad de expresión y, sobre todo, el derecho de la sociedad a estar informada.
No se trata de una manifestación oportunista ante el reclamo provocado por los asesinatos de colegas ocurridos en los últimos años, cinco en los últimos cinco meses. Es un compromiso para discutir, analizar y encontrar soluciones a un problema añejo que no se va a resolver a bote pronto, sólo con medidas de urgencia, decálogos de buenas intenciones y promesas que de ninguna manera resultan satisfactorias.
Las acciones institucionales no han sido preventivas, si acaso reactivas, a tono pasado, en un intento desesperado por apagar fuegos de indignación cuando el problema debió enfrentarse en tiempo y forma para no contar a la fecha más de cien periodistas muertos desde el año 2000, y por lo cual nuestro país está considerado como el segundo más peligroso del mundo para ejercer el periodismo.
Las acciones urgentes en respuesta a la indignación por el asesinato de informadores semejan cortinas de humo que ponen de manifiesto la ineficacia de instancias creadas y financiadas dizque para proteger a periodistas y defensores de los derechos humanos, como es el caso de la fiscalía especializada de la PGR que arrastra el vergonzoso lastre de haber resuelto a la fecha apenas tres casos en seis años de operación, por falta de autonomía y recursos tijereteados del presupuesto federal.
Queda claro que, más allá del papel y los discursos, no se han construido políticas públicas ni intenciones de fondo para cumplir con el compromiso de defender a los trabajadores de los medios de comunicación, por una sencilla razón: en gran cantidad de casos de asesinato y acoso, autoridades corruptas involucradas permanecen en total impunidad.
Los periodistas y medios incómodos, resistentes a ser comprados, jamás serán defendidos por obra y gracia de los buenos deseos una autoridad federal que, si bien lamenta las heridas provocadas por el clima de violencia, no puede enfrentar la crisis sin el compromiso de los gobiernos estatales para coordinar acciones conjuntas y estratégicas.
El clamor del ¡Ya Basta! tiene como principales destinatarios a quienes gobiernan, pero también ha de ser un llamado a la autocrítica de todos quienes ejercemos el oficio de informar.
El gremio violentado está comprometido en la búsqueda de propuestas de solución; es ahora o nunca.
Además del desplegado, súmese la convocatoria al debate promovido por horizontal.mx, respaldado por decenas de medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil, para para dotar a los trabajadores de los medios de garantías de seguridad en el desempeño de sus labores informativas.
EL MONJE ALARMADO: Cunde el coraje, mezcla de pánico e indignación. El Instituto Nacional Electoral (INE) se suma a la protesta y demanda a los gobiernos garantizar el ejercicio periodístico, sin pretexto. La UNESCO urge a resolver cuanto antes del crimen de Héctor Jonathan Rodríguez, periodista del semanario El Costeño, asesinado la semana pasada, al igual que Javier Valdez, de Riodoce. Al margen de la coyuntura mexicana, la ONU anuncia la creación de un canal de comunicación para organizaciones defensoras de la libertad de expresión. De este lado, en el Congreso, legisladores también se mueven para salir en la foto; se ponen a tono. ¿De cuando a acá tanta preocupación por la seguridad de quienes con frecuencia son considerados infames informadores, por esos padres y madres de la patria?