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¿Turismo?, ni que fuera tan fácil

Publicado por
José Cárdenas

Colaboración de Francisco Fonseca

 

 

El turismo es toda una vocación, todo un proyecto nacional, y debería ser un programa de Estado. Desde siempre ha habido buenos deseos y pocos intentos para hacer de México uno de los cinco principales destinos turísticos en todo el mundo. En 2011 se firmó un Acuerdo Nacional de Turismo y, con ello, generar más de cuatro millones de empleos directos y 12 millones indirectos, así como el incremento en el ingreso de las divisas a 400 mil millones de dólares para el año 2018. Buenos intentos, buenos deseos. Cuatro millones de empleos directos se dice fácil, pero…

Vamos por orden. El turismo es una materia tan importante que, primero, tiene la ventaja de ser un recurso natural “renovable”, es decir, permanentemente se conservará y se multiplicará, sabiendo hacerlo. Segundo, es, posiblemente, la primera acción del ser humano desde que éste se irguió sobre sus piernas para caminar, es decir, cuando el primer antropoide salió de su cueva para otear el horizonte y vagar, hace más de 400 mil años, se convirtió en el primer turista de la historia, salió a hacer un “tour”, quiero decir que el hombre es por naturaleza turista, nómada, busca nuevos destinos y distracciones. Tercero, el turismo es, explicado de alguna forma, un quehacer del tamaño y de la forma de un témpano de hielo o de un iceberg. De éste sobresale un 5 por ciento que es lo que la mayoría, incluyendo autoridades, conocen como turismo: playas, reventones, bebidas, comidas,  diversión, viajes en avión, hoteles suntuosos, etc.  Pero he aquí que el 95 por ciento restante, y que no se ve, es: reclutamiento y capacitación de personal, financiamiento hotelero, restaurantero, transportista, proyectos y acciones; normatividad, actuación de mayoristas, labor conjunta de prestadores de servicios, etc., o sea es todo aquello del iceberg que está bajo el agua y que no se percibe pero que hace posible que la actividad turística florezca y produzca. Cuarto, una total y absoluta falta de Cultura del Turismo, así como hace falta una Cultura del Civismo, de la Legalidad, de la Gastronomía, de la Vialidad, etc., no sé cuántas más.

Cada uno de los puntos que he mencionado requiere del suficiente tiempo y del medio para desarrollarlo. El espacio de este editorial no es el adecuado. Pero sí haré hincapié en el último punto. Lamento que en México no tengamos una cultura del turismo.

Hace casi seis sexenios que existe la Secretaría de Turismo (que antes era un Departamento). Es una dependencia que ni puede regular ni sancionar precios de hoteles o restaurantes o medios de transporte. Solamente coordina acciones entre todos aquellos actores que intervienen en la actividad turística. Después del sismo de 1985 estuvo “a un tris” de desaparecer habida cuenta de su bajísima productividad y de su inutilidad como promotora.

Se debería inculcar entre los mexicanos una simple y sencilla Cultura del Turismo, que tratara temas tan simples como éste: solamente en este país, cuando hace calor, nos vamos a un lugar de más calor. ¿Eso es tener una mínima cultura del turismo? En muchos otros países los vacacionistas van al sol en época de frío, y en época de calor se dirigen a las montañas.

México tiene diez mil kilómetros de litorales y además montañas, nieve, ríos, desiertos, bosques, selvas, lagos y lagunas, etcétera. Y nos dirigimos exclusivamente al mar para dejar nuestra desafortunada huella en demérito de la naturaleza y las especies animales del entorno.

pacofonn@yahoo.com.mx
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José Cárdenas