Manchester se sumió hoy en un estado de conmoción y profunda tristeza tras el atentado suicida cometido anoche en un estadio a la salida de un concierto lleno de jóvenes, que causó 22 muertos -algunos menores- y 59 heridos.
Los ciudadanos de esta localidad británica regresan hoy poco a poco a su actividad habitual, en un ambiente de calma tensa en esta urbe de unos 530.000 habitantes, tras un atentado reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) que ha sido calificado por la Policía como «el más atroz» de la historia de la ciudad.
El estadio Manchester Arena, donde se produjo la explosión al término del concierto de la cantante estadounidense Ariana Grande, sigue acordonado, así como la estación de trenes Victoria, que conecta con el recinto deportivo cubierto.
Un gran número de policías, muchos de ellos armados, patrullan el centro urbano, mientras que varios helicópteros vigilan también desde el aire, en un día inusualmente soleado en el norte de Inglaterra.
El caos de tráfico provocado por las medidas de seguridad posteriores al ataque, perpetrado por un suicida con una bomba de fabricación casera, llevó a que algunas empresas recomendaran hoy a sus trabajadores no acudir a trabajar.
Este fue el caso de Lucy Rogers, una administrativa de 29 años, que en su lugar decidió «llevar un ramo de flores a la plaza de Santa Ana, en memoria de las víctimas».
«Cuando esta mañana oí la noticia, sentí náuseas. He querido tener un gesto con los afectados», declaró la joven a Efe, para señalar que aquí «no estamos acostumbrados a esto».
El inspector jefe de la Policía de Manchester, Ian Hopkins, describió el ataque, por el que ha sido detenido un sospechoso de 23 años, como «el más atroz» que ha afrontado la ciudad, que padeció su último atentado, aunque sin víctimas mortales, en 1996, a manos del Ejército Republicano Irlandés (IRA).
Junto a las flores que depositó Rogers a las puertas de la iglesia de Santa Ana se amontonaban otros ramos, dejados por transeúntes y comerciantes de establecimientos vecinos.
El español Jesús Cumbrera, de 20 años, se acercó desde la oficina donde está empleado para observar estas ofrendas.
«Estoy en estado de ‘shock’. Prácticamente vi cómo ocurría todo anoche desde la ventana de mi apartamento, que da al Manchester Arena», contó a Efe.
«La explosión, la gente corriendo, las ambulancias, y luego la incertidumbre de no saber qué ha pasado. Te das cuenta de que no estás a salvo en ninguna parte», afirmó.
La tragedia ha motivado numerosas muestras de solidaridad entre los habitantes de Manchester así como la unión de las diferentes comunidades religiosas.
El deán de la catedral, Rogers Govender, acompañado de representantes de la comunidad judía y musulmana, ofició un servicio religioso en plena calle para recordar a las víctimas, mientras que el recién elegido alcalde de la ciudad, el laborista Andy Burnham, ha convocado una vigilia para más tarde.
«Ha sido impactante, pero estoy orgulloso de pertenecer a una ciudad donde la gente es compasiva, se preocupa por los demás», manifestó a Efe al final del acto el canon David Holgate.
El rabino Warren Elf dijo por su parte que «lo importante ahora es permanecer unidos y afrontar juntos esta tragedia, subrayar que esto es inaceptable y no responde a ninguna religión».
Para Arifa Akbar, abogada de 24 años y fe musulmana, el atentado es «un acontecimiento horrible que ha sesgado vidas inocentes y que no tiene nada que ver con el islam».
Akbar confía en que, en esta ciudad multicultural, su comunidad no experimentará represalias, aunque no descarta que la gente la mire «con desconfianza».
En un ejemplo de generosidad, los residentes de Manchester han ofrecido a través de las redes sociales alojamiento, comida y hasta enchufes para cargar el móvil a personas que aún no han podido salir de la localidad o que buscan a seres queridos, mientras que varios hoteles dan alojamiento gratuito.
Algunos taxistas ofrecen a su vez trayectos gratuitos y provisiones de comida para facilitar las cosas en este «momento tan duro», según dijo a Efe Faisal Khan, que de ninguna manera aceptó cobrar su tarifa.
Fuente: Crónica