El dizque debate de los seis candidatos a la gubernatura mexiquense fue una ridícula puesta en escena; solo sirvió para cumplir un trámite.
Para mí nadie ganó, y al igual que hace quince días, el ejercicio “polaco” fue otra hora y media perdida entre ataques, descalificaciones, acusaciones, golpes, mordidas y destellos, plagado de promesas inviables.
Poco llamativos resultaron los temas de salud, educación y desarrollo; puro “rollo x”.
En el graderío, el público clamaba por sangre, sudor y lágrimas, pero hubo de conformarse con seis monólogos acartonados y aburridos. Si el plan era apostar contra el insomnio, entonces el encuentro fue todo un éxito. Si lo que esperábamos era la polémica de las ideas, resultó un fracaso.
Los seis aspirantes se vieron encadenados por un formato que en lugar de acercarlos al interés del votante provocó lo contrario; nos quedaron a deber, a más no poder.
–¿De qué sirve un “debate” político que no es debate, ni incidirá en las preferencias del electorado?
–¿Sólo para demostrar que en la contienda por la gubernatura del Estado de México el amor es cosa de dos, no de tres, menos de seis?
Entre El Delfín y La Delfina todo se cocina, aunque los demás los ataquen y reprueben, sobre todo a la maestra morena; el perredista Juan Zepeda, sube y sube, no declina, corre, pero no alcanza más que a Josefina, quien no camina, aunque la panista haya exhibido al tricolor Del Mazo como protector de los narcos más narcos, y nos haya dejado con el canijo pendiente de una sorpresa; la independiente Teresa Castell pasó de noche; el petista Oscar González Yáñez, pan con lo mismo…
Lo sabroso del “debatito” este, estuvo afuera, en la explanada del Instituto Electoral del Estado de México, con la prole acarreada por cada candidato; cebras, jirafas y elefantes de cartón con Juan Sin Miedo; procesión silenciosa de los monjes Anonymous contra Delfina por la transa de los diezmos; pancartas, mantas, golpes y mentadas… mucho hervor a todo color.
En fin…
La estructura del debate tieso no debe extrañarnos; refleja a la democracia mexicana obsesionada en el formalismo burocrático, garantiza el dominio de la vida pública sin mayores sobresaltos para los partidos de siempre, que tienen la sartén política por el mango, y el mango de la sartén. ¿Entonces, para qué arriesgar?
La democracia encadenada “permite” en el papel la participación de candidatos ciudadanos, a cambio de que estos cumplan con requisitos draconianos para ganarse el derecho de competir, desde luego en desventaja. La equidad existe solo cuando conviene a los jugadores, quienes al mismo tiempo imponen las reglas para preservar privilegios contantes y sonantes y no arriesgar tan pingüe negocio. Recuerde que los partidos políticos no pagan tiempo-aire en radio y televisión desde hace diez años y sin embargo siguen recibiendo la misma cantidad de dinero, lo cual hace a la democracia mexicana la más cara del mundo, eso sí.
Las obsoletas reglas de fierro están de espántame panteón; ¿no cree usted que urge cambiarlas?
EL MONJE SOLDADO: El video difundido por el diario poblano Cambio, muestra a un militar que supuestamente ejecuta a un civil inerme, durante el operativo contra “huachicoleros”, la noche del 3 de mayo, en Palmarito Tochapan, Puebla. El hecho coloca a las Fuerzas Armadas, otra vez, en el banquillo de los acusados. Lo revelado es un hecho criminal que debe ser investigado con toda celeridad por la PGR para averiguar si el video es auténtico y en tal caso, deslindar responsabilidades “sin afectar la seriedad y responsabilidad que se requiere”, como reclama la CNDH. De confirmarse el incidente criminal nada tiene que ver con la falta de marco jurídico o la falta de preparación del Ejército para realizar tareas de seguridad que no le corresponden. Simplemente no puede haber soldados asesinos. La Secretaría de la Defensa Nacional debe garantizar la aplicación de la ley y el castigo al responsable; cada abuso militar es un golpe al prestigio de la institución más respetada del país…y con eso no se juega.