Colaboración de Carlos Ferreyra
Las lavanderas confunden disposiciones y decisiones cuando del gobierno capitalino se trata. Platican: en la colonia Anzures vive un periodista que es hombre de pro, de buena fama y mejor conducta, profesional y muy dedicado a su oficio.
Este señor, Roberto Fuentes Vivar, narra en su columna cómo de pronto y sin aviso alguno, le fue retirado el privilegio de estacionar su auto a las puertas de su casa, tal cual establecen las reglas impuestas por concesionarios de los estacionómetros.
No hay forma de resolverlo porque son tres instancias las que se involucran en este trafique que significa 90 por ciento de utilidades para los empresarios, una piscacha para el barrio y algo para las autoridades.
Autoridades que disponen al servicio de la empresa, que se relaciona con un hermano de Marcelo Ebrard, policías vigilantes, policías colocadores de arañas y candados, policías acompañantes de las grúas que retiran autos mal estacionados y también concesionadas.
Roberto deberá realizar un trámite que antes le significó presentar una solicitud y acreditar su domicilio pero ahora le informan que llevará hasta 40 días resolverlo. Los vecinos no han sido molestados pero, cierto, los vecinos no son sujetos incómodos que cuestionen decisiones del gobierno del DF, hoy CDMX. Y las publiquen.
A lo mencionado, el buen Ternurita, conocido también como Miguel Ángel Mancera, enfrenta la decisión del Supremo de Justicia negando validez a las fotomultas porque no hay defensa ni revisión por los afectados. Pero nadie se meterá en camisa de once varas; un juicio ante las autoridades administrativas de la Ciudad de México (perdón: la CDMX) lleva tiempo, mucho tiempo. Meses, quizá.
Aplicando la notable característica de los gobernantes capitalinos, la necedad, están a punto de terminar el “puente deprimido” de Río Mixcoac, mientras continúan las obras para meter al infame Metrobús por paseo de La Reforma, sin que importen opiniones de historiadores, de Antropología, de defensores de la estética citadina y de quienes vivimos y queremos esta ciudad.
El gobernador capitalino no sufre ni se acongoja: vista Nueva York, donde al exalcalde Bloomberg, le presume las acertadas disposiciones en la capital azteca para prevenir lesiones y enfermedades no transmisibles y lograr una ciudad más saludable.
No hizo referencia a problemas de transportación y comunicación, tránsito de vehículos ni inseguridad aunque habló de los médicos en tu casa y los ancianos amparados por generosos recursos.
Desalojada esa reunión, Mancera se sumó al grupo Women4climate, o sea mujeres por el clima en la que presumió, fue el único varón presente. Las otras 40 eran del sexo femenino, tal cual exigía la convocatoria.
La corbata del funcionario nunca quedó mejor situada. Y claro que hubiese sido mejor que en su lugar participara una hembra sólo que en el caso de Tanlla Miuler, que lo acompañó, dicen, nada podría mostrar de los nulos logros alcanzados por sus puntadas que, como ya viene a ser costumbre, fueron revertidas por autoridades judiciales superiores.
Como está sucediendo con la mentada Constitución elaborada entre Porfirio Muñoz Ledo y un grupo de asalariados de Mancera. De entrada, cuatro demandas de nulidad, dos de ellas de la CNDF y del TSJDF, con una asamblea Constituyente que ya no existe, pero la posibilidad de responsabilizar a la Asamblea Legislativa del DF, en donde podría maniobrar.
Y para que no se malentienda: estoy a favor de los colores alegres como el rosa mexicano que distinguía a las divas de nuestro cine nacional, o cuando en contraste al guardapolvos rojo fuego, lo usan en la parte superior de una casa de arquitectura tradicional mexicana.
En algo publicado hace varios años, mencionaba que nada atraía más la atención de los corresponsales extranjeros cuando llegaban al país. Pero como siempre, la modernidad aplastó el gusto por los coloridos autóctonos: las vestimentas de las indígenas en telas brillantes de color pastel en determinadas zonas del centro del país, mientras en el sureste prefieren bordados con tonos muy vivos.
Nuestro insigne gobernador Mancera Espinosa, decidió que los taxis de la capital se pinten de blanco con rosa. Y que sustituyan la imagen del Monumento a la Independencia, el Ángel, por cuatro letras: CDMX. El dueño de la capital borró la visión marceliana de “la ciudad con ángel”, que sustituyó lo que antes engendró Andrés Manuel.
Pero finalmente, cada quien sus debilidades. Bien pudo seleccionar el jefe de Gobierno un arco iris o cualquier otro tinte a su muy personalísimo gusto. Prefirió el rosa, bien.
Con esa tonalidad identificamos centenares de años a las mujeres y a quienes sienten afinidad con ellas. Respetables, por cierto, pero innecesaria la imposición para uso público de un gusto o preferencia particular. ¿O sí? A mí me da igual…
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com