El Día Internacional de la Mujer se ha convertido, parece ser, en un día para manifestar aprecio a las mujeres por el simple hecho de serlo. Hoy los ritos asociados a este día se parecen más a aquéllos que caracterizan al 10 de mayo para celebrar a las madres que a los que se llevan a cabo en los días festivos que conmemoran algún hecho político. Las oficinas, al menos las tres del gobierno federal en las que he trabajado, se llenan de rosas, chocolates, cumplidos sexistas y otros “detalles”. Hombres y mujeres participan por igual.
¿Cómo llegó a despolitizarse un día festivo que nació de una de las demandas más radicales del siglo pasado: el derecho al voto de las mujeres? No lo sé. No obstante, me parece necesario hacer una crítica informada de este cambio observable con el fin de que quienes lean este artículo puedan aproximarse al 8 de marzo al menos con otros ojos y, espero, con otra actitud.
Un poco de historia antes de hacer crítica. Los orígenes del Día Internacional de la Mujer se encuentran en los inicios del siglo XX.
Una primera versión, no verificable, sitúa el origen del 8 de marzo en la conmemoración de una represión de trabajadoras en Nueva York en el siglo XIX. La segunda versión, resultado de un estudio histórico, conjunta diversos episodios del movimiento socialista de mujeres –no feministas– en las primeras dos décadas del siglo XX para explicar el origen del Día Internacional de la Mujer. Estos movimientos de mujeres, vinculados a la ideología y organizaciones de izquierda y a la lucha sufragista, estuvieron presentes en Estados Unidos, Alemania, Austria y Rusia, primeramente, y después se expandieron a otros países europeos y a China. En este sentido, el Día Internacional de la Mujer nace como un festejo socialista.
El primer Día Nacional de la Mujer fue celebrado en Estados Unidos el 23 de febrero de 1909. Fue organizado por el Comité Nacional de Mujeres por el Sufragio (Women’s National Committee to Campaign for the Suffrage), organización creada en 1908 dentro del Partido Socialista, misma que determinó que este día se celebraría anualmente el último domingo de febrero.
La celebración consistía en la reunión y movilización sociales, en la manifestación y distribución de ideas, y en la creación de un sentido de comunidad. El tema de ese primer año fue el reconocimiento del voto de las mujeres. En los años siguientes el voto siguió siendo el tema principal, pero se incorporaron otras ideas relacionadas con la igualdad económica. Este movimiento atrajo a mujeres de diversas clases sociales, no sólo a las trabajadoras.
En el contexto europeo, las mujeres trabajadoras involucradas en el movimiento socialista no colaboraban con las mujeres burguesas. Por esta razón, el movimiento de mujeres en Europa que da lugar a este día es considerado estrictamente socialista. En la primera década del siglo XX, el voto de las mujeres se volvió un tema relevante dentro de los grupos socialistas europeos. En este contexto, impulsado por las mujeres de la Segunda Internacional, se celebró el primer Día Internacional de la Mujer el 18 de marzo de 1911 en diversos países de Europa. A diferencia de la versión estadounidense, la europea tenía un carácter internacional desde sus inicios. Al igual que en los Estados Unidos, la celebración de este día consistía en la movilización política y en la manifestación de ideas vinculadas al derecho al voto de las mujeres.
El episodio que estableció la fecha en que hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer sucedió en Rusia el 8 de marzo de 1917. La manifestación de ese año se centraba en la demanda de mejores condiciones laborales y económicas. A ésta se unieron trabajadores hombres que sufrían las mismas problemáticas estructurales. Dos días después, el zar Nicolás II ordenó reprimir violentamente el movimiento. Sin embargo, días después el zar abdicó y se instauró un gobierno provisional que fue el primero de una gran potencia en reconocer el derecho de las mujeres al voto.
A partir del año siguiente, el Día Internacional de la Mujer comenzó a celebrarse el 8 de marzo en Europa. En 1922, Lenin, gracias a la ayuda de la dirigente alemana Clara Zetkin, estableció el Día Internacional de la Mujer como un día festivo comunista, una vez que los grupos comunistas chinos comenzaron a celebrarlo.
No fue hasta finales de los años sesenta que un grupo de mujeres en Estados Unidos revivió esta celebración considerada hasta entonces estrictamente comunista. Así, los movimientos feministas de la época se reapropiaron de este día. En 1975 fue reconocido oficialmente por la Organización de las Naciones Unidas.
Conocer esta historia puede ayudar a darle un sentido más informado y crítico al 8 de marzo. Del relato anterior, queda claro que los grupos socialistas y sufragistas de principios del siglo XX lo entendían como un espacio de manifestación, politización y reclamo, en el que las mujeres crearon conciencia y comunidad alrededor de sus circunstancias políticas, sociales, económicas y jurídicas, e intentaron romper con la idea de que las mujeres debían participar únicamente en el ámbito doméstico de la vida humana.
El debate y la lucha por el mejoramiento de las condiciones de las mujeres sigue vigente a nivel global. En este sentido, esta celebración sigue siendo un espacio adecuado y necesario para cumplir con los fines que le dieron origen: la concientización sobre la desigualdad entre los sexos y la acción política.
Si bien las circunstancias en que viven muchas mujeres ha cambiado y mejorado, y en este sentido hay motivos de celebración y felicitación que caben en el contexto de este día, ello no implica despolitizar su significado y las formas de celebración, tal y como sucede actualmente.
En mi opinión, las rosas, los chocolates, los días libres sólo para mujeres, los comentarios sexistas y otros ritos similares vacían de contenido a este espacio político que nace de diversas movilizaciones locales que lograron establecer un diálogo global desde hace más de cien años. Este vaciamiento provoca olvido y distracción de una problemática social recurrente, y contribuye a la inacción.
Con lo anterior no quiero decir que todas las personas deben celebrar este día. Tampoco quiero decir que la única forma de participación sea la movilización en las calles. Creo que hay muchas formas de involucrarse activamente en este espacio político para quienes tengan interés. Lo que sí quiero decir es que la felicitación en el sentido descrito anteriormente lo banaliza y anula su razón de ser.
Celebremos que hoy todas tenemos formalmente el derecho al voto en México, pero recordemos que en términos reales no todas pueden ejercerlo. Discutamos lo que nos afecta, lo que nos beneficia, y lo que queremos cambiar de la estructura social. Hagamos lugar para la organización y acción política colectiva en nuestros grupos sociales. El 8 de marzo es un buen día para ello. Confieso que para mí cualquier día lo es. Esta conciencia es parte de la herencia política de esas mujeres, y eso es algo que yo definitivamente celebro hoy.
Fuente: Nexos