Para beneplácito del consumidor, tranquilidad de los comerciantes, calma de los industriales y alivio de la clase política, todo indica que los precios de los combustibles se quedarán como están… y hasta podrían llegar a bajar unos centavitos.
La jugada está «cantada»; hay condiciones favorables en los mercados por una combinación de tres factores: la baja de 4% en el precio internacional del petróleo, la recuperación del peso frente al dólar en la última semana… sobre todo, por el momento político, enrarecido por el fenómeno Trump, que obliga a mantener, ante todo, la unidad nacional.
El secretario de Hacienda se ha guardado el anuncio para la tarde del viernes. Seguramente dirá que en este momento los mercados no anticipan un movimiento significativo, por lo tanto, no hay necesidad de aumentar el precio máximo de los combustibles… salvo que el jueves estalle la Tercera Guerra Mundial.
Pero no nos hagamos ilusiones. Apenas se trata del primer anuncio de febrero. Después del próximo fin de semana vendrá otro el día 10 y a partir del día 18, y hasta nuevo aviso, habrá ajustes diarios en un proceso que se prolongará el resto del año: los precios de las gasolinas serán publicados por la Comisión Reguladora de Energía (CRE). Nada garantiza la estabilidad de precios; los movimientos podrían ser tan caprichosos como la realidad internacional.
Por lo pronto, el factor económico da un breve espacio al factor político; ante la caída de la popularidad presidencial puede más el miedo a protestas y saqueos; no es una muestra solidaria del poder con el pueblo golpeado por el incremento del 1º. de enero, tampoco, respuesta a la avalancha de peticiones para revertir la liberación de precios de los combustibles y amortiguar su impacto en el bolsillo ciudadano.
Los empresarios también cooperaron al cambio de señal. El amago de cerrar tiendas de autoservicio parta evitar saqueos, vandalismo y robos si suben otra vez los combustibles, más el enojo por el incremento de los costos de operación, reflejados en una inflación disparada, colocaron a la autoridad entre la espada y la pared.
El Presidente de la República, con la popularidad por los suelos, no podía aventarse otro tiro. Lo que había sido una medida “necesaria pero inevitable”, como nos dijo, en este momento resulta políticamente indeseable. La realidad se impuso para lograr un esfuerzo de imaginación y maña, y evitar otro golpe al bolsillo que vuelva a encender al ánimo de los mexicanos…
Hoy, solo por hoy, podemos dormir tranquilos una semana completa, aunque la calma puede ser presagio de tempestad, que en cualquier momento podría convertirse, otra vez, en pesadilla.
EL MONJE CONTROVERTIDO: Adiós al bodrio legislativo que, bajo el pretexto de garantizar los derechos de las audiencias, pretende regular a los medios con medidas absurdas… La primera controversia contra el Congreso, presentada por la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República, echaría para atrás la disposición del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) que, entre otras cosas, pretende obligar a quienes participamos en los medios electrónicos, a interrumpir cada intervención para aclarar en qué momento lo dicho es un hecho informativo, y en cual momento se trata de una opinión. La medida entraría en vigor el próximo 16 de febrero; si Presidencia gana la controversia, quedará en suspenso. “La normatividad no debió darle facultades al IFT de regular un derecho humano de las audiencias, ni invadir atribuciones que corresponden al Jefe de Estado” argumenta el abogado presidencial, Humberto Castillejos. El Senado también recurre a la Corte por considerar que la normatividad del IFT violenta el derecho a la libertad de información. Presidencia tardó mes y medio en protestar para enmendar el vicio, avalado por el Congreso.