Si se mantiene fiel a su discurso, la elección de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos podría cambiar radicalmente la relación de este país con el resto del mundo.
La suya fue la campaña electoral más atípica que se haya visto en décadas en Estados Unidos y se ha llevado el premio mayor: Donald Trump es el nuevo presidente de la primera potencia del mundo.
Desde que en junio de 2015 anunció sus intenciones de competir para convertirse en candidato presidencial republicano, la polémica acompañó al magnate inmobiliario y desde entonces no le abandonó.
Su deliberado distanciamiento de la corrección política le valió numerosos enfrentamientos con los líderes de su propio partido, así como ser tachado de racista, machista, xenófobo y antisemita, entre otros calificativos.
Culminada la campaña, llegó el momento de ver cuán lejos llegará Trump en el cumplimiento de sus polémicas promesas.
La propuesta de erigir un muro a lo largo de toda la frontera de más de 3.000 kilómetros que separan a Estados Unidos de México es la primera promesa electoral incluida en el “Plan de 10 puntos de Donald Trump para poner a Estados Unidos primero”.
El magnate dijo que se tratará de un muro impenetrable que se empezará a construir en el primer día de su gobierno y ha insistido en que México pagará por su edificación.
Este asunto fue motivo de polémica tras un encuentro privado que sostuvo Trump a fines de septiembre con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, quien ha afirmado que su país no pagará por el muro.
Aunque algunos expertos han puesto en duda la efectividad de esta construcción para, por ejemplo, combatir el narcotráfico, fue una idea bastante popular entre los asistentes a los actos de campaña del magnate.
Pero, el muro sólo será uno de varios puntos de fricción en la relación entre el nuevo gobierno estadounidense y México.
Trump anunció su intención de renegociar los términos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), suscrito con México y Canadá, o de lo contrario su gobierno abandonará el acuerdo.
El TLCAN permitió elevar el comercio entre sus países miembros de US$290.000 millones en 1993 hasta más de US$1,1 billones en 2016.
También llevó a un incremento de la inversión directa estadounidense en México de US$15.000 millones a más de US$100.000 millones, según datos del estadounidense Consejo de Relaciones Exteriores (CFR).
Los partidarios del acuerdo estiman que hay unos 14 millones de puestos de trabajo que dependen del comercio con México y Canadá.
Los críticos -como Trump- destacan que Estados Unidos pasó de tener un superávit comercial con México de US$1.700 millones en 1993 a un déficit de US$54.000 millones de 2014.
Queda por ver cuál sería el alcance de una eventual renegociación del TLCAN, si acaso fuera posible de llevar a buen término.
Anunció que anulará dos decisiones ejecutivas clave tomadas por el presidente Barack Obama para permitir temporalmente la permanencia en Estados Unidos de muchos jóvenes que ingresaron al país siendo menores de edad, los llamados Dreamers, así como de los padres indocumentados de jóvenes estadounidenses o de residentes permanentes del país.
Se estima que ambas medidas de Obama amparan a unos 5,2 millones de personas, aproximadamente la mitad de los inmigrantes indocumentados que hay en Estados Unidos. Ahora, según el plan de Trump, deberán ser deportados.
“Todas las leyes de inmigración van a ser aplicadas. Cualquiera que entre al país ilegalmente será objeto de deportación”, dice en su programa de gobierno.
El magnate anunció que retirará los fondos federales a las llamadas ciudades santuarios, como se conoce a las urbes que decidieron no usar sus recursos para perseguir a los indocumentados.
En general, emigrar a Estados Unidos se volverá más difícil.
Trump propuso suspender la inmigración de las “regiones propensas al terrorismo” en las cuales el proceso de examen de los inmigrantes no se puede realizar con seguridad.
Además, prometió que todas las personas que quieran viajar a Estados Unidos serán sometidas a “investigaciones extremas”.
La Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, popularmente conocida como Obamacare, fue una de las banderas políticas del presidente Barack Obama.
Desde que entró en vigor, en enero de 2014, esta ley permitió acceder a cobertura sanitaria a unos 20 millones de personas que hasta entonces no disponían de ella, aunque aún quedan unos 24 millones de personas sin seguro.
Donald Trump prometió derogar esta legislación que en el último año ha sido objeto de muchas críticas por el aumento de las primas de los seguros y por las dificultades económicas que ha causado a las compañías aseguradoras, muchas de las cuales han anunciado que reducirán su participación en el programa.
El magnate inmobiliario prometió sustituir el Obamacare por un sistema que seguirá los “principios del libre mercado” para ampliar el acceso a la atención sanitaria y reducir sus costos.
La propuesta prevé permitir a los particulares deducir en su declaración de impuestos el costo total de sus primas de salud y exigir transparencia a las compañías prestadoras de servicios sanitarios para que los ciudadanos estén mejor informados al momento de escoger donde atenderse.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha sido uno de los principales pilares de la política de defensa de Estados Unidos desde 1949.
Durante la Guerra Fría fue la herramienta clave para la política de contención aplicada ante la Unión Soviética gracias al compromiso de Estados Unidos de defender a sus aliados en Europa occidental.
Tras la caída del Muro de Berlín, la OTAN inició un proceso de ampliación para incluir a países procedentes de la ex órbita soviética.
Esta ha sido una de las principales causas del malestar en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, cuyo gobierno ve con resquemor que los países de su vecindario se unan a la alianza atlántica.
Durante la campaña, Donald Trump calificó a la OTAN de obsoleta y prometió que revisará el funcionamiento de esa organización.
Cuestionó que Estados Unidos se haga cargo de gran parte de los gastos de las operaciones de la organización, mientras que sólo 4 de los otros 28 miembros de la OTAN están invirtiendo un mínimo de 2% de la PIB en defensa.
“Los países que estamos defendiendo deben pagar por el costo de su defensa. De lo contrario, Estados Unidos debe estar preparado para dejar que esos países se defiendan solos. No tenemos elección”, dijo Trump.
La ruptura por parte de Estados Unidos del compromiso de defensa mutua de la OTAN sería un giro político de imprevisibles consecuencias.
Fuente: Staff