Gabriel Casillas
Se ha escrito mucho a raíz de la noticia sobre la renuncia de Agustín Carstens como Gobernador del Banco de México. No obstante lo anterior, he notado que el sesgo ha sido a enfocarse más en la renuncia del Dr. Carstens a su posición de jefe de nuestro Instituto Central, que a su designación como Gerente General del Banco de Pagos Internacionales (Bank for International Settlements, por sus siglas en inglés BIS). Considero que debido a la gran relevancia del nombramiento, así como al alto grado de institucionalidad del Banco de México y a la cantidad importante de mexicanos cuyas credenciales van más allá de los requisitos para liderar nuestro banco central, debemos enfocarnos más en la buena noticia que es para México que el BIS haya fichado a un mexicano, el primero originario de un mercado emergente para dirigir “el banco central de bancos centrales”, que en el puesto que dejará vacante el 1 de julio del próximo año.
El BIS fue creado en 1930 -derivado de los “Acuerdos de La Haya”-, con el objetivo de apoyar a los bancos centrales miembros a lograr sus objetivos de estabilidad monetaria y financiera, propiciando cooperación internacional, actuando como “el banco central de los bancos centrales”. Su cuartel general se encuentra en la ciudad de Basilea, en Suiza. De aquí el famoso nombre de la regulación bancaria global “Acuerdos de Basilea III”, en donde, por cierto, México fue el primero en cumplir con dichos requerimientos. El puesto de Gerente General es de altísimo prestigio, comenzando con nombrar algunos de los miembros del “Comité de Nominaciones” que eligió a Agustín Carstens. Este comité está formado por varios miembros del consejo del BIS, entre quienes se encuentran banqueros centrales de gran renombre como Janet Yellen (Banco de la Reserva Federal de EU), Mario Draghi (Banco Central Europeo), Haruhiko Kuroda (Banco de Japón) y Mark Carney (Banco de Inglaterra), entre otros. Las responsabilidades del Gerente General del BIS tienen un espectro muy amplio y van desde ofrecer servicios de tesorería y contraparte para operaciones con los bancos centrales que así lo deseen y llevar a cabo labores administrativas, hasta dirigir los esfuerzos del BIS para mantener la estabilidad monetaria y financiera a nivel global.
No tengo duda que en la designación del BIS tuvo mucho que ver con la trayectoria tan exitosa del Dr. Carstens tanto en varios puestos en el Banco de México, como al frente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, así como “segundo a bordo” del Fondo Monetario Internacional (FMI) y al frente de nuestro Instituto Central, en donde además ha dirigido el Comité Consultivo de Estudios Económicos del BIS y el Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI. Cabe destacar que al frente del Banco de México se logró, entre otras cosas, que la inflación llegara por primera vez en la historia al objetivo de largo plazo del banco central de 3 por ciento, negoció y obtuvo la aprobación de la Línea de Crédito Flexible del FMI –que hoy agrega poco más de 85 mil millones de dólares a las reservas internacionales-, y mejoró la transparencia de gestión de política monetaria con la publicación de las minutas de dichas reuniones. Es por esto que el Dr. Carstens dejará una posición que no se ve sencilla de reemplazar.
No obstante lo anterior, considero que el Banco de México es el ejemplo a seguir en materia de institucionalidad. Fue el primer organismo descentralizado totalmente autónomo del Poder Ejecutivo Federal en 1993, tres años antes que el ahora Instituto Nacional Electoral (INE, antes IFE) y en muchas ocasiones, sus acciones de política monetaria se han llevado a cabo en situaciones que podrían ser políticamente costosas para el Poder Ejecutivo. Además, el banco central no sólo es el Gobernador, sino los otros cuatro Subgobernadores –miembros de la Junta de Gobierno-, que cumplen más allá de los requisitos que impone el artículo 39 de la Ley del Banco de México. Más aún, en el staff de nuestro Instituto Central hay un gran acervo de talento académico y práctico, en el que no solo se apoya el Gobernador para tomar sus decisiones, sino que dan sustento a las labores muy especializadas y generalmente complejas que lleva a cabo el banco central. En mi opinión, existe una plétora de personas que cumplen con las credenciales académicas, la experiencia profesional y el conocimiento monetario, así como el reconocimiento del público inversionista a nivel global para reemplazar exitosamente al Dr. Carstens. Estas personas se encuentran sin duda en miembros actuales y previos de la Junta de Gobierno del Banco de México, así como funcionarios y ex funcionarios del mismo banco central y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en organismos internacionales y en el sector privado.
He escuchado quejas sobre el momento en el que el Dr. Carstens presentó su renuncia. En este sentido, considero que solamente un puesto del calibre como el que le ofrecieron a Agustín Carstens no solo no se contrapone con la investidura que representa ser Gobernador del Banco de México y el compromiso con México, sino que lo enaltece. Los momentos, son momentos del BIS, no de Carstens. No hay duda que los efectos que está teniendo Trump lo hacen más difícil, pero qué pasaría si estuviéramos hablando de un futbolista profesional mexicano que es fichado por el mejor equipo de futbol a nivel global (e.g. Real Madrid) ¿En qué se estarían enfocando los comentarios? ¿En su renuncia al equipo de futbol local o en el fichaje internacional? Asimismo, cabe señalar que este futbolista se quedaría a jugar “la final” con su equipo local antes de irse al extranjero. El Dr. Carstens continuará como Gobernador en los primeros 100 días de la Presidencia de Trump.
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Aprovecho la presente para desear mucho éxito al Dr. Agustín Carstens en sus nuevas responsabilidades. Me queda claro que continuará poniendo el nombre de México en alto.
*El autor es Director General Adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte.
Twitter: @G_Casillas