Rodrigo Navarro
Me envía la oceanóloga Sylvia Earle un video de la película Human, una serie de historias sobre personas y lugares que ofrecen una inmersión dentro del corazón humano. Este corto en concreto tiene una entrevista con la antropóloga Jane Woodall.
Jane de 80 años comienza diciendo “mi trabajo es darle esperanza a la gente. Aprendí de mi madre el valor de darle apoyo a la gente. Cuando todo mundo me tildaba de loca a mis diez años, ella apoyo mi sueño para irme a trabajar con los simios en África. Simplemente me dijo, escucha a tu corazón y si realmente quieres algo, debes de trabajar arduamente para conseguirlo. Aprovecha tus oportunidades y sobre todo nunca te rindas”.
“Todavía quedan muchas cosas por hacer. Ya no me queda mucho tiempo, quisiera hablar con tanta gente que queda por conocer y tocarles el corazón. Soy completamente feliz en contacto con la naturaleza. Cuando era pequeña mi perro me enseñó que no somos, los seres humanos, los únicos seres con sentimientos e inteligencia. Con la capacidad de dar y recibir amor”.
El problema más grave que enfrentamos es la crisis medioambiental, pelear contra el poder del dinero, la corrupción, la avaricia. Las corporaciones tienen a los gobiernos en sus manos. Es aterrador.
“Si tuviera el poder de cambiar las cosas, una varita mágica me gustaría sin causar daño o dolor que fuéramos menos personas en el planeta. Somos demasiados y los recursos son limitados, por la manera como los utilizamos. Vamos a sufrir mucho en el futuro por ello. Me gustaría aliviar la pobreza porque cuando eres pobre no te importa cortar o quemar un árbol si tienes que sobrevivir. Compras la comida más barata, aun cuando estas causan sufrimiento a los animales o deforestan y envenenan el suelo, los ríos y el aire”.
“Lo que realmente me gustaría sería, y es lo más difícil, cambiar la manera insostenible de vivir de las personas que tienen recursos (en México solo el 18% de la población los tiene), Simplemente somos codiciosos. Como Gandhi decía, este planeta puede satisfacer las necesidades humanas pero no la avaricia humana”.
https://www.youtube.com/watch?v=99gJKzINNow
La ciencia del Cambio Climático nos informó la semana pasada que llegamos a un acontecimiento que marca un límite importante en el proceso de vida de los seres humanos. Según Scripps Institute, el observatorio de Mauna Loa perteneciente a la NOAA midió la significativa cifra de 400 ppm de CO2 en la atmósfera. Una cifra temida para los científicos del clima y que debiera ser muy significativa para el resto de la humanidad.
En 2015 el promedio global en las medidas de CO2 en la atmósfera fue de 399 parte por millón (ppm) lo que estableció un nuevo record. Ciento noventa y cinco naciones mientras tanto hacían esfuerzos para llegar a un acuerdo en París para detener el aumento de la temperatura en menos de 2 ºC con una meta ideal de 1.5ºC. Para ello establecieron financiamiento, metas y estrategias especialmente para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera. Llegar a 400 ppm de CO2 en la atmósfera dificultará enormemente alcanzar esta meta. Los países firmantes de COP21 representan tan solo el 47% de las emisiones de CO2 en el planeta.
¿Por qué el CO2 es un gas tan importante cuando hay otros que producen mayor calentamiento o que tienen mayor presencia como el vapor de agua? La respuesta es simple. Porque el CO2 es producido en altas concentraciones por la actividad del ser humano. Principalmente al producir energía (gasolinas, luz eléctrica, carbón), al utilizarlas (transporte e industrias, plásticos) y al deforestar para producir ciudades, casas e infraestructura.
Los sistemas naturales manejan los excesos de uno o varios elementos del sistema hasta cierto punto. A partir de ese punto los sistemas se saturan y ya no es posible revertir los efectos en los ciclos naturales. Hace dos semanas comentaba de la saturación del sistema buffer del mar, creo que lo informado por Scripps es una de las consecuencias de esta saturación de la capacidad del océano para absorber el CO2.
La semana pasada me escribió mi hermana Guillermina quien recién regresa de África en una estancia para fotografiar animales salvajes, convivir con tribus nativas y conocer su forma de vida y costumbres. “Me enloquece pensar que muchos de los animales que yo he visto y fotografiado ya no van a existir pronto. Qué dolor”, escribió inquieta.
Estaba preocupada porque leyó un artículo sobre esta información de la NOAA, me escribió: “Hola Ro no entiendo el artículo que me referiste sobre las emisiones de CO2 me quitó el sueño, pero más adelante me mencionas otro artículo optimista en donde dice que mientras no alcancemos 2ºC en el aumento de la temperatura aún hay tiempo. Ya no sé qué creer”. Lo mismo le sucede a muchas personas, no saben que creer.
Cada día que pasamos sin hacer nada y esto nos incluye a todos, hay menos tiempo y menos esperanza. En verdad esta época es la mejor de la humanidad. Lo dicen los números: hay mejor calidad de vida (salvo lugares como la ciudad de México y otras), más expectativa de vida, mejores ingresos globales, más tecnología y comodidades.
El problema es que están injustamente distribuidos y quienes más tienen están despilfarrando los recursos de todos y causando el daño a quienes menos tienen. Es lo que se llama externalidades y en algunos países se paga por ello. Es injusto le decía a Guille, pero África que menos contamina es quien más paga por ello (sequías, hambrunas, pobreza, guerras y migraciones masivas).
A pesar de los esfuerzos, que no son suficientes pero muy necesarios, nos estamos quedando cortos y cada vez hay menor margen. Por lo pronto respecto a la presencia del CO2 en la atmósfera ya llegamos a un punto sin retorno. Como bien dijo Jane Goodall los seres humanos somos una plaga. No vamos a terminar con la vida pero si vamos a dificultar enormemente la nuestra y terminaremos con la de los más pobres (ya lo estamos haciendo) y nos llevaremos entre las patas a 30% de las especies animales y vegetales en el planeta.
Existe gente como Obama o Angela Merkel que hacen un buen esfuerzo en la política. Gente como Jane Goodall, David Attenborough y Jean Michel Cousteau y sus hijos. Como Rubén Arvizu, Alejandra Serrano, Paty Ruiz Corso, Lorenzo Rosenzweig, Daniel Chávez, el Guardián del Hábitat y Armando Díaz que son creadores y vendedores de esperanza y se ocupan del problema. Gente con Donald Ranvaud que hacen de este un lugar mejor. Salvo su mejor opinión querido lector.