Más allá de su magnífica reputación, Raúl Cervantes y Arely Gómez deberán hacer milagros.
El senador Raúl Cervantes apenas tendrá 25 meses para limpiar el tiradero que nadie ha podido alzar en los primeros cuatro años de la PGR ‘peñista’, que carga con un costal de pendientes, cinco de estos harto complejos:
–Revelar por fin la verdad ‘verdadera’, no la ‘histórica’, ni la histérica, de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
–Aclarar la muerte de 22 civiles a manos de militares, en Tlatlaya, Estado de México.
–Deslindar responsabilidades por los 43 muertos, 22 de ellos ejecutados, en Tanhuato, Michoacán.
–Resolver la muerte de 8 civiles en Nochixtlán, Oaxaca, víctimas de un enfrentamiento entre la Policía Federal y simpatizantes de la disidencia magisterial.
Todos estos casos han implicado señalamientos graves por violaciones a los Derechos Humanos.
Además, Raúl Cervantes hereda las recientes acusaciones de corrupción contra los ex gobernadores de Veracruz y Sonora, pasajeros del sistema político, fugados a la dimensión desconocida…
Cinco entre miles de expedientes marcan la mala gestión del Ministerio Público de la Federación, y sepultan la palabra presidencial empeñada a favor de la eficacia y la procuración de justicia, a dos años de transformarse en Fiscalía General de la República, órgano autónomo del Ejecutivo, dizque sin injerencia de otros poderes e influencias políticas.
Raúl Cervantes deberá demostrar como procurador, y tal vez como fiscal nacional, que puede ser tan bueno como ha resultado en su papel de constitucionalista y próspero abogado corporativo, cuya candidatura a ministro de la Suprema Corte no transitó por su priismo recalcitrante.
En cambio, Arely Gómez se va como llegó. Aunque ‘El Chapo’ Guzmán la recibió con ‘violines’ desde el fondo del túnel de la vergüenza, y fue acosada por reclamos derecho humanistas, un día sí, y otro también, Arely sale de la PGR con una imagen limpia y una reputación no tan maltrecha como podía esperarse. Quienes saben dicen que si gran cosa no hizo fue porque no era la persona más adecuada para lidiar en las mazmorras judiciales, ni tuvo todas las herramientas adecuadas.
¿Tampoco las tendrá en la Secretaría de la Función Pública?
Precisamente la nueva función pública de Arely Gómez suena a misión imposible; representará al Ejecutivo que vigila al Ejecutivo desde una dependencia prácticamente desmantelada, mientras corrupción e impunidad cotizan a la alza. Habrá que concederle el privilegio de la duda frente al enorme reto de acoplar al aparato oficial al nuevo Sistema Nacional Anticorrupción; ¿dos años serán poco tiempo?
EL MONJE PEDIGÜEÑO: Ojalá a los funcionarios propuestos no les falte audacia, cualidad indispensable para librar tan complejos encargos, por encima del apoyo presidencial.