El 2 de octubre no se olvida

Publicado por
Aletia Molina

Sin juicios, presentamos los hechos como los recuerda la historia. A 48 años, las autoridades siguen sin encontrar culpables.

Los hechos

El 22 de julio de 1968, un incidente entre estudiantes de la vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional y de la preparatoria Isaac Ochoterena (de la UNAM), terminó en pelea. La situación entre ambas instituciones se agravó a tal grado que intervinieron algunos policías.

Las trifulcas continuaron entre estudiantes, quienes se sintieron atacados por los cuerpos policiacos. Entre el 26 y el 29 de julio varias escuelas realizaron un paro de labores en protesta por las acciones de la policía.

El 29, la Prepa 1 en San Ildefonso fue allanada por el ejército, destruyendo una puerta del s. XVIII con un disparo de bazuca. La violencia había aumentado de nivel; varios estudiantes fueron encarcelados.

El 30 de julio, Javier Barros Sierra, rector de la UNAM, condenó los hechos e izó la bandera mexicana a media asta. Pronunció un discurso a favor de la autonomía universitaria y exigió la libertad de los presos políticos (estudiantes de la prepa 1). El conflicto ya había tomado tintes políticos.

Lo que estaba en juego era la libertad de expresión por parte de los estudiantes, y la reacción del gobierno que respondió reprimiendo cualquier huelga o manifestación. Ese mismo día hubo una marcha por Av. Insurgentes donde se escuchó el lema “Únete pueblo”.

El 26 de agosto una multitud de estudiantes, maestros y padres de familia, marcharon en dirección al Zócalo de la Cd. de México. Fue la primera vez que se insultó públicamente a un Presiente: Gustavo Díaz Ordaz fue el afectado.

De Palacio Nacional salieron tanques del ejército para dispersar a los manifestantes.

La situación política era delicada. Díaz Ordaz estaba por dar su informe de gobierno, y durante su mandato intentó posicionar a México como un país primermundista en el panorama internacional. Además, la nación se preparaba para ser anfitrión de las Olimpiadas.

El conflicto se salió de control. El 18 de septiembre el ejército invadió Ciudad Universitaria. El 24, llegaron al Casco de Santo Tomás, campus del Instituto Politécnico Nacional. Díaz Ordaz quería disciplinar a los estudiantes.

La matanza

El 1° de octubre el ejército se retiró de las escuelas que tenía sitiadas. Luis Echeverría, Secretario de Gobernación en el gabinete de Díaz Ordaz, tenía un plan en mente.

La tarde del 2 de octubre miles de estudiantes se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Mientras tanto, miembros del Batallón Olimpia se infiltraban entre los civiles; el ejército vigilaba a lo lejos.

Hacia las 6 pm los oradores habían finalizado sus discursos. Un helicóptero sobrevoló la plaza y disparó bengalas. Empezó la confusión.

Los francotiradores del Batallón Olimpia, apostados en el edificio Chihuahua, abrieron fuego en contra de los manifestantes y del ejército. Los militares repelieron la agresión con disparos.

Muchos manifestantes lograron escapar, refugiándose en los edificios que circundan la plaza, sin embargo, el ejército no se detuvo e irrumpió en los departamentos de la Unidad Tlatelolco para capturar a los estudiantes.

No se conoce la cifra exacta de muertos, entre estudiantes, miembros del Batallón y militares. El gobierno minimizó los hechos, y el sábado 12 de octubre Díaz Ordaz inauguró los XIX Juegos Olímpicos, bautizados como “La Olimpiada de la Paz”.

Muchos fueron los estudiantes que vieron reprimidos sus derechos esa tarde. Muchos vieron a sus amigos y compañeros caer bajo las balas. Muchos padres de familia perdieron a sus hijos, a sus hermanos.

Las causas son confusas. Varios autores que vivieron el movimiento en carne propia o como periodistas, han intentado echar luz sobre el origen de esta represión sin fundamento.

A 45 años, nada se ha aclarado. Luis Echeverría sigue enfrentando cargos en su contra, amparado con el fuero que lo mantiene en libertad. La confusión fue mucha, y los culpables, probablemente, no querían serlo.

Lo que es real es que murieron estudiantes, chicos de 17 años a los que se les terminó la vida por seguir sus ideales, por comprometerse con una causa que les parecía justa. Lo que es real es que a México no se le olvida.

El 2 de octubre no se olvida.

Fuente: ActitudFem

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Aletia Molina

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