“Las buenas noticias cuentan, y cuentan mucho”… pero la malas noticias cuentan más; la prosa oficial para arropar el IV Informe de Gobierno queda sepultada por la “canija” realidad. La ley de la gravedad no admite amparos.
Los hombres del poder desprecian a los periodistas críticos para quienes las buenas noticias cuentan menos que las malas, por enfermizo afán amarillista consecuencia de un ADN pesimista.
Para los informadores y comentócratas serios, los buenos resultados de la administración pública son obligación irrenunciable, lo contrario merece análisis objetivo, privilegiando el interés de la sociedad. A un árbitro que hace bien su trabajo pocos lo aplauden, pero qué tal las mentadas de la tribuna cuando se equivoca.
En este contexto, a cuatro años de gobierno, Enrique Peña Nieto no entrega buenas cuentas… aunque pretenda contarnos cuentos.
Qué la economía camina bien, mejor que otras, cuando una y otra vez los pronósticos de crecimiento se ajustan a la baja, suben el dólar, las gasolinas, el gas y la luz, y no percibimos los beneficios de la reforma energética.
Qué la reforma educativa es logro incomensurable, cuando en realidad está trabada, no marcha; solo marchan los desafíos del magisterio inconforme mientras los padres de millones de niños secuestrados por el conflicto, y comerciantes agraviados, se lamentan y se la mientan al gobierno.
Qué el combate a la inseguridad es prioritario, mientras aumenta la violencia; este año podría ser el peor del sexenio. Instituciones de seguridad están cada vez más desacreditadas y la crisis de los Derechos Humanos se arrraiga en las tinieblas.
Qué la lucha por el Estado de Derecho es irrevocable, cuando las reformas de ocasión, como la descriminalización del uso de la mariguana o el Sistema Nacional Anticorrupción se descreman, y la iniciativa para legalizar los matrimonios igualitarios va de reversa ante las presiones furiosas de la Iglesia Católica.
Para completar este breve cuento de cuentas patéticas, Presidencia padece los estragos del huracán Trump. Las razones oficiales de la visita devastadora no convencen al nacionalismo agraviado; las redes sociales y la opinión pública y publicada no toleran la recepción al “masiosare”, extraño enemigo, pero sobre todo critican el error de haberlo invitado y no haber tenido la firmeza para exigirle disculpas por tantos insultos y desprecio a los mexicanos. ¿Fue inevitable que Trump abusara haciendo campaña política desde Los Pinos a costillas de Peña Nieto?
¿Queda tiempo al Presidente para calmar el enojo de todo mundo, cambiar el rumbo y enderezar la nave para evitar el naufragio de su gobierno en horas de tormenta?
EL MONJE HERIDO: Peña Nieto se va a la China con un “chorro” de pendientes… y después de darse un balazo en el pie.