Con la rebelión de una minoría de maestros, que perdieron miles de millones de pesos, prebendas y privilegios, el Estado ha quedado en entredicho; la refriega de Nochixtlán aviva las llamas del infierno.
La crisis oaxaqueña que agita al país, y pone al gobierno contra las cuerdas, no se resuelve con mentiras, mucho menos con verdades a medias.
La primera mentira es la irrupción subrepticia de grupos radicales infiltrados en el movimiento de resistencia magisterial.
¿Intereses ajenos han aprovechado la protesta legítima contra la reforma educativa para sacar ventaja perversa?
En la CNTE no hay infiltrados sino grupos desestabilizadores que han actuado de mucho tiempo atrás, célebres por sus métodos vandálicos, algunos con raíces guerrilleras, y otros, vinculados hasta con el crimen organizado.
La segunda mentira refiere la actuación de la Policía Federal y el aparato de inteligencia del Estado.
La Comisión Nacional de Seguridad fue reactiva ante la evidencia de uniformados armados, respondiendo al fuego con fuego, al tiempo que Enrique Galindo, Comisionado de la fuerza policial federal, no ha podido disuadir la idea de que en Nochixtlán hubo un acto de represión brutal y no una respuesta en defensa propia… y del Estado de Derecho.
La versión de que los Federales fueron emboscados, sorprendidos y ridiculizados por un grupo de dos mil rijosos salidos de la nada habla de la ineptitud de los encargados de investigar la verdadera entraña de la resistencia oaxaqueña.
Los ocho muertos y más de un centenar de heridos del domingo han obligado al Gobierno a sentarse a la mesa de “negociación” con los “rebeldes” de la Sección 22; recurre al diálogo político encabezado por el Secretario de Gobernación que desplaza al titular de Educación, descalificado por los disidentes. La mesa de Bucareli evidencia que el conflicto de Oaxaca rebasó lo educativo y/o gremial.
Miguel Ángel Osorio Chong, responsable de la política y seguridad nacional, tiene la responsabilidad de enfriar una papa ardiente. Está obligado a descartar cualquier sospecha sobre la posibilidad de que la reforma educativa, consagrada en la Constitución, pueda ser negociable a cambio de la paz.
Difícil imponer ley y orden en un infierno donde germina la semilla del encono ancestral.
EL MONJE OCULISTA: A la violencia del magisterio resistente, y su componente radical, contribuye el daltonismo oficial que sólo ha visto en blanco y negro aquello que ha de mirar pintado de matices.