Las urnas pueden más que las bombas, diría un demócrata arrepentido.
En voto histórico, contra todas las proyecciones y razones, más de 17 millones de británicos, medio país más uno, decidieron el nuevo lugar del Reino Unido en el mundo; declaran al “24J” como su Día de la Independencia. La otra mitad, menos uno, se las mienta.
A partir de ahora comenzarán a medirse las consecuencias globales del divorcio de “la pérfida Albión” que abandona la Unión Europea, después de 43 años de matrimonio, consumado cuando el mundo debatía la guerra fría.
Hoy, sin muros, brillan destellos de explosión en la penumbra del #ViernesNegro.
El cielo europeo pierde una estrella.
El #Brexit tóxico da vuelta a un mundo atónito. De la noche a la mañana cambia la economía occidental; desploman los mercados; malos augurios cotizan a la alza: desempleo, bajos salarios, migración nociva, volatilidades, desintegración política… y contando.
Desde la dimisión anunciada por el Primer Ministro David Cameron, marcado de por vida como el político conservador que regó el “tepache”, hasta las angustias en la Premier League, que ve como de la noche a la mañana 400 estrellas del balompié pierden su estatus de comunitarios, todo pasa por el #Brexit, si no, no pasa. .
En casa, irlandeses del norte y escoceses, –votantes por la permanencia–amenazan con un referendo independentista; ¿quieren al Reino Unido en desunido?
El diablo menea cuernos y cola.
Pero van a dar las cinco; es la hora del te.
EL MONJE TURBADO: El Papa reza, Obama sufre, Trump festeja, Hollande lamenta y Merkel mienta. ¿El salto al vacío también es paso adelante?