La separación de los Beatles en la década de los 70 arrastró a Paul McCartney al borde del alcoholismo debido a sus dudas acerca de su futuro en el mundo de la música y a la sensación de soledad que le atenazaba después de que sus compañeros de banda -John Lennon, George Harrison y Ringo Starr- y él mismo decidieran seguir caminos separados.
«Estuve deprimido durante un tiempo. Cualquiera en mi situación se habría sentido igual. Estaba rompiendo con mis amigos de toda la vida, no sabía si iba a seguir adelante con mi carrera en la música. Me di a la bebida. Al principio fue maravilloso, pero de repente dejé de pasármelo bien. No estaba funcionando. Quería empezar de nuevo, así que acabé formando la banda Wings», confesó en el programa ‘Mastertapes’ de la emisora BBC Radio 4.
La amistad de los componentes del grupo de Liverpool nunca llegó a recuperarse del todo por culpa de los problemas legales que marcaron la disolución de la banda.
«Tuve que pelearlo, tuve que enfrentarme a los otros, y esa fue la peor decisión que he tomado en toda mi vida. Solía llamar a John ocasionalmente y nos decíamos: ‘Haz lo que quieras’, ‘No, haz tú lo que te dé la gana’. Pequeñas tonterías de ese tipo. Yo estaba muy molesto, así que le insultaba, nada demasiado grave, claro. En aquella época a John ya se le había pegado algo de acento americano, y yo me burlaba de él por ello. Y entonces él también me insultaba. Pero conseguimos superarlo y la música volvió a unirnos.
Esa es una de las cosas por las que me siento agradecido, que consiguiéramos arreglarlo todo antes de que muriera, porque si no habría sido muy duro lidiar con su pérdida. Fue duro de todas formas, pero si no hubiésemos conseguido hacer las paces lo habría sido aún más. Teníamos una buena relación, hablábamos de los críos, de hornear pan… de ese tipo de cosas», recordó Paul.
Fuente: CosmopolitanTV