El gobierno mexicano por fin planta cara a la desfachatez del iracundo Donald Trump, aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos; tardó ocho meses en reaccionar.
En entrevista con los reporteros Mary Jordan y Kevin Sullivan de The Washington Post, la Canciller Claudia Ruiz Massieu calificó al magnate del copete ridículo de racista e ignorante y señaló como absurda la idea de tapiar 3 mil 200 kilómetros de frontera con el muro que según él pagaremos los mexicanos, ladrillo por ladrillo.
La postura oficial llega tarde.
Las declaraciones de la jefa de la diplomacia nacional para responder a las injurias y amenazas del nuevo “pato” Donald bizarro suenan insuficientes y tibias; pasaron casi de noche. The Washington Post las mandó a la página cuatro, “interior”; ni de cerca tuvieron el impacto de la estridencia declarativa de Vicente Fox, o el discurso de Felipe Calderón al afirmar que Trump es un Hitler reencarnado, un peligro para Estados Unidos y el resto del mundo.
Esta noche, cuando concluya el supermartes –con doce de los 50 estados de la Unión Americana en juego electoral– Donald Trump se habrá consolidado como casi seguro ganador de la nominación republicana. En quince días, ese payaso desaforado podría dejar de ser pésima broma y convertirse en amarga pesadilla.
El gobierno mexicano ha pecado de suave, en su afán de no entrometerse en la política interna del vecino distante, pero sobre todo, de no rebajarse a la vulgaridad de Trump. Ha sido tolerante hasta la ignominia. Ha permitido el crecimiento del discurso de odio contra nuestros connacionales inmigrantes y ha permitido que el radicalismo coloque a nuestro país como el villano de la historia para buena parte de los votantes norteamericanos atraídos por la extrema derecha.
No es que Peña Nieto y su equipo puedan influir en las preferencias electorales estadunidenses; difícilmente lo que se diga en Los Pinos hará cambiar de opinión a los entusiastas del mensaje vomitivo de Trump. Lo que sí corresponde al Gobierno Federal es pintar su raya; poner cada cosa en su lugar y aclarar hasta donde está dispuesto a permitir que la violencia verbal, el discurso de odio, la xenofobia, los prejuicios y la descalificación simplona marquen pauta a la relación más importante de nuestro país en el exterior.
EL MONJE MACIZO: Desde luego el incorrecto, poco inteligente, ignorante, racista, fanfarrón, presumido, odioso y repulsivo “pato” Donald Trump también es un peligro para México.