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El helicóptero del amor

Publicado por
José Cárdenas

Sobre la marcha

Colaboración de Carlos Urdiales para La Razón

 

 

 

Soberbia, avaricia y lujuria, pecados capitales de los cuales ni la visita a Michoacán del Papa Francisco salvó a su gobernador, Silvano Aureoles. Enredados el equipo del mandatario y la cantante Belinda en explicar por qué viajó en un helicóptero oficial, de la secretaría de Seguridad Pública, al acto de recepción del Papa a Morelia, y el registro de cómo el Pontífice es guiado por el gobernador hasta la valla en donde la saluda entre las primeras.

Mientras en la Secretaría de la Función Pública del gobierno federal prometen no volver a tolerar abusos en gastos suntuarios de funcionarios, y ex servidores como lo fue Hilda García, que gastaron y presumieron festines en la tienda Harrods de Londres en viajes de trabajo, Michoacán se calienta con fuego amigo.

El coordinador de los senadores perredistas, Miguel Barbosa exige que el gobernador expliqué lo que todos vimos, y rinda cuentas. La respuesta de Silvano Aureoles fue pronta y directa, las críticas son por envidia, envidiosos pues a quienes disgustó que, entre los actos protagonizados por el Papa Francisco en México, los organizados por él hayan sido los mejores, los más bonitos y vistosos.

Fácil la salida, clara la visión, de estadista el análisis. Envidia por poder tener como invitada a tan bella dama como lo es Belinda, de poder coordinar que la logística de su encargada del turismo a nivel estatal le hubiese facilitado a ella, y a otros, el uso de la aeronave con el objetivo de ahorrar tiempo y ganar en seguridad, celos de otros políticos que no son como él, hombres de poder, que pueden y lo demuestran.

Larga es la ruta por la que el país ha de transitar para contener los apetitos humanos que el arribo al poder en los tres niveles de gobierno parece satisfacer. La transparencia y rendición de cuentas son una aduana, pero no la meta. El uso racional de los recursos públicos en un país con 60 por ciento de su población en situación de pobreza, demanda una nueva clase política.

Sistemas de trabajo acomodados a la improvisación, a la impuntualidad, al cambio de agenda como una constante que habla de lo ocupado que está el funcionario, calendarios que al cambiar de fecha todo, impactan en los costos de aviones, rentas y hospedajes, lujos que difícilmente ocurren con los capitales propios, con los privados.

Es probable que los ahorros preventivos de 132 mil millones de pesos que la administración pública anunció para hacer frente a estos tiempos de vacas flacas y barriles baratos, salgan de este y otros ahorros menudos, pero es el principio de la decencia y ética pública.

Las críticas al caso Silvano Aureoles-Belinda-helicóptero no son producto de la envidia, la lujuria o la soberbia, es indignación social que sube cada peldaño que nos obsequian.

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José Cárdenas

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