(No es referencia al Papa, sino a sus “forenses” paisanos)
Si bochornoso resulta el clamor de justicia por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, súme la “oportuna” –¿y perversa?– aportación del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que acaba de incinerar otra vez la “verdad histórica” de la PGR, detrás de la “desaparición” de los estudiantes.
Si bien la conclusión de los “ches expertos” reitera lo dicho por el Grupo Independiente de Expertos Internacionales (GIEI): “que en ese lugar nunca se registró un incendio de las dimensiones consignadas por la investigación de la PGR”, en el fondo el dictamen resulta una burda maniobra; golpea sin piedad la credibilidad de las instituciones mexicanas… y todo esto a expensas de los 43 normalistas muertos, cuyos despojos son utilizados como botín político justo antes de la visita del Papa Francisco que pondrá a México en el foco de atención mundial.
El “prestigio” de los forenses argentinos siembra sospechas.
El análisis de esos expertos pretende demeritar un tercer peritaje inminente, acordado entre el Gobierno y el GIEI, con el aval de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; genera más presión para resolver –con credibilidad– el pavoroso caso.
¿La finalidad de los forenses argentinos es sentar de antemano al Estado mexicano en el banquillo de los acusados por un crimen atribuido a una organización criminal aliada al grupo político de izquierda que gobernaba en Iguala?
La prudencia del Gobierno es aprovechada por el activismo político envuelto en la bandera de la demanda justiciera. En respuesta, la autoridad reitera que las investigaciones siguen abiertas, pero aún no aporta nuevos elementos, más allá de los reiterados testimonios de un centenar de presuntos criminales detenidos.
A casi 17 meses de la noche trágica de Iguala, la verdad verdadera aún está lejos.
A nadie le queda duda que el Gobierno está urgido de esclarecer el crimen, pero mientras no existan nuevas evidencias concluyentes, el régimen habrá de soportar los golpes de quienes, de modo perverso, insisten en cargarle todos los muertos, como si de Los Pinos o Gobernación hubiese salido la orden de “desaparecer” los jóvenes e incinerar la verdad de lo ocurrido en el basurero de Cocula.
EL MONJE APUNTADOR: Resulta que los forenses argentinos son santos de toda devoción justiciera. Hoy viajan a Veracruz para reunirse con los padres de los cinco desaparecidos en Tierra Blanca quienes buscan en los sudamericanos la esperanza y la certeza que la autoridad veracruzana les niega.