Uno de cada cinco jóvenes de Latinoamérica ni estudia ni trabaja, un grupo de más de 20 millones de personas que aumentó en los últimos años pese a la expansión económica y la menor pobreza, y que amenaza con avivar las diferencias en la región más desigual del mundo, según un informe del Banco Mundial.
Los llamados ninis, jóvenes de 15 a 24 años que provienen en su mayoría de familias pobres, son parte de un círculo vicioso de hogares desestructurados, fracaso escolar y falta de acceso al mercado laboral que puede empujar a la delincuencia, destaca el estudio presentado este martes en Washington.
«El efecto adverso de los ninis en los ingresos no sólo reduce el producto total de la economía debido a una menor productividad laboral», sostuvo el reporte.
«También obstaculiza la igualdad. Una incidencia de ninis más alta en los hogares pobres y vulnerables exacerba las desigualdades existentes, obstruye la movilidad social y la reducción de la pobreza a largo plazo», agregó.
El estudio asegura que en las próximas dos décadas América Latina alcanzará su proporción máxima de población en edad de trabajar, por eso propone políticas para la «primera infancia» e «intervenciones socioemocionales» para promover valores y el apego a la escuela, y así frenar el aumento de ninis.
«Si damos a nuestros jóvenes las herramientas necesarias para ser productivos y oportunidades laborales, entonces la región va a estar maximizando el potencial de esa ventana de oportunidad», indicó a Reuters Rafael de Hoyos, coautor del estudio.
El perfil dominante del nini latinoamericano es una mujer que no terminó la educación secundaria y vive en un hogar urbano considerado vulnerable. A pesar de todo, las cifras muestran que las pocas oportunidades laborales que se abren son ocupadas totalmente por mujeres.
El hecho de que el porcentaje de ninis bajó marginalmente desde la bonanza económica pero el total siguió subiendo, «habla de mercados laborales que no están siendo capaces de absorber las nuevas entradas de los jóvenes», dijo el economista.
Para los autores, los incentivos financieros como las «transferencias monetarias condicionadas» -becas al mérito y ayudas diferidas, entre otras- y programas de prevención del embarazo en la adolescencia son ayudas que pueden contribuir a frenar el fenómeno.
«Aquellos países que ofrezcan una educación de alta calidad a una población joven en expansión y que, además, cuenten con mercados laborales dinámicos y de buen funcionamiento podrán crecer y reducir la pobreza de manera más rápida», señaló Jorge Familiar, vicepresidente del BM para América Latina y el Caribe, citado en un comunicado para el lanzamiento del informe.
Fuente: La Jornada