Sin concesión alguna, el diario The New York Times (NYT) pretende tirar a la lona la mitad el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Habla de la manera en que será recordado el Presidente de la República por haber incumplido su compromiso esperanzador; sepulta las promesas de cambio y marca el legado del político mexiquense plagado de escándalos y horribles verdades.
Según el editorial del rotativo estadunidense es demasiado tarde para saldar los fracasos de la administración peñista en temas tan graves como los conflictos de interés, la impunidad, la fuga de El Chapo o la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, todos, pavorosos casos inconclusos o resueltos a medias.
La sentencia del NYT –nada novedosa– pretendiendo ser lapidaria queda en un refrito copiado del sobado libro de recetas antigobiernistas de quienes apuestan al descalabro nacional justo al inicio del año nuevo electoral.
¿Coincidencia?
En realidad, los editores neoyorquinos miran la escena mexicana a demasiada distancia. En el 620 de la Octava Avenida, en Manhattan, no se ve ni se siente la furia de los toros que un día sí y otro también debe lidiar el inquilino de Los Pinos.
El mensaje periodístico sentencia la desconfianza de los tres años por venir; pronostica que la economía no va a despegar; que los precios del petróleo, el entorno internacional y el estancamiento económico no ayudarán a generar una mejor evaluación ciudadana en la medida en que se aproxime el final del sexenio y comience a menguar el poder presidencial.
Lo que no dice el editorial es que más allá del adverso entorno mundial, fuera del alcance de los estrategas hacendarios, México manda al mundo señales de seriedad, estructura y solidez macro económica.
Estamos de acuerdo en que tales certezas deben trasladarse a lo político; que aún falta mucho por hacer en materia de decisiones políticas para atar los cabos sueltos. Por ejemplo, la construcción del nuevo Sistema Nacional Anticorrupción y el apuntalamiento del nuevo Sistema de Justicia Penal son grandes pendientes que deberán consolidarse como oportunidades para reparar los daños severos a la credibilidad del gobierno, tareas por demás complejas para “mover a México” hacia una nueva realidad.
Por cierto, The New York Times omite mencionar que en la segunda mitad, el régimen aún tiene margen de maniobra para cambiar lo que no sirve y modificar lo que se ha hecho mal.
EL MONJE MORBOSO: La esperanza vende mucho menos que el escándalo.