Poopó, el segundo lago más grande de Bolivia, casi se ha secado, amenazando la subsistencia de las comunidades pesqueras y presagiando el desastre ecológico para cientos de especies.
El gobierno boliviano argumenta que se debe al clima árido provocado por El Niño y el cambio climático, pero esa no es toda la historia.
Localizado en una ligera depresión en lo alto de las montañas del altiplano, en el suroeste de Bolivia, el lago se ha reducido a solo 2 por ciento de su tamaño anterior, que era de aproximadamente 1,000 kilómetros cuadrados, o el doble de la superficie de Los Ángeles.
La acelerada desecación del lago en los últimos años se debe, en parte, al abuso del suministro de agua y a la incapacidad del gobierno boliviano para cumplir con los programas de gestión existentes, informa Lisa Borre, importante investigadora del Instituto Cary para Estudios de Ecosistemas en Nueva York, quien estudia ecosistemas lacustres.
“El lago era muy somero, de apenas unos pocos metros de profundidad, y yace en un clima árido, así que su nivel fluctúa mucho con las condiciones climáticas”, dice Borre, añadiendo que, con anterioridad, el Poopó se ha reducido de manera significativa en varias ocasiones, “pero nunca tanto como ahora”.
Algunos científicos sugieren que tal vez no sea posible recuperarlo, aunque Borre opina que la cuenca podría volver a llenarse una vez que se reanuden las lluvias. No obstante, hay lecciones importantes que aprender.
“El gobierno boliviano culpa a El Niño y el cambio climático, y ciertamente estos fenómenos influyeron, pero lo que las autoridades no dicen es que no implementaron un plan para gestionar la cuenca”, acusa Borre.
El gobierno boliviano aún no responde a una petición de comentarios.
El lago Poopó recibe la mayor parte de sus aguas del río Desaguadero, que fluye desde el lago Titicaca (el más grande de Bolivia). Según el programa de gestión de aguas publicado, los funcionarios debían permitir que el río fluyera hasta el Poopó, pero hace poco dejaron que el caudal disminuyera drásticamente.
El Titicaca tiene abundante agua, así que ese no es el problema, agrega Borre. Lo que sucede es que los gestores no están abriendo las compuertas de control con suficiente frecuencia para enviar agua río abajo. Además, están desviando parte del agua para actividades de agricultura y minería. E incluso cuando hay agua disponible, el río suele obstruirse con sedimentos acumulados por escurrimientos del desarrollo y la minería en el área.
El Poopó es un lago de gran altitud, situado a 3,680 metros sobre el nivel del mar. En el último siglo, la temperatura del área ha aumentado alrededor de un grado centígrado, incrementando la tasa de evaporación en el lago; y el proceso se aceleró debido a la falta de lluvias durante el año pasado. Sin embargo, estos factores no fueron sorpresivos, apunta Borre, sino cambios previsibles que los científicos anticiparon.
Lo ocurrido en el lago Poopó no es distinto de la desecación del enorme mar de Aral en Asia Central, comenta Sandra Postel, Exploradora National Geographic y directora de Global Water Policy Project. En ambos casos, se abusó de la extracción de un sistema hidrológico cerrado, del cual salía más agua de la que entraba.
“Este cambio en los sistemas hidrológicos se hará más frecuente con el calentamiento climático”, asegura Postel. “Tendremos que planificar para una mayor evaporación, sea en un lago o en un embalse de agua potable”. (Fotografías: Siete ciudades que se alistan para el cambio climático)
El lago Poopó no será el único. “Muchos otros lagos del mundo están igualmente amenazados por grandes programas de desarrollo o la mala gestión”, concluye Borre.
Fuente: Nat Geo